/ jueves 24 de marzo de 2022

Los lazos neonazis de Ucrania y Rusia

La militarización de los neonazis por parte de Putin fue una estrategia arriesgada pero no irracional, ya que compartían el rechazo a la democracia occidental

Cuando inició la invasión rusa, el presidente Vladimir Putin invocó a la historia para justificar la intervención en la necesidad de “desnazificar a Ucrania” como lo hizo la URSS con el mundo en la Segunda Guerra Mundial, pero lo que no se reconoce es que Rusia está en la misma posición. Diferentes grupos neonazis están en ambos bandos, legitimados por ambos Estados.

La realidad es que grupos ultranacionalistas y neonazis se incrustaron en las estructuras militares y políticas en Ucrania a partir de 2014 en la revolución del Maidán, y han actuado con apoyo de políticos y militares.

➡️ Mantente informado en nuestro canal de Google Noticias

El Maidán fue un movimiento que pedía dejar a Rusia y acercarse a la Unión Europea -aunque tenía pocos adeptos en el sur y en el este del país, donde habita la población rusófona ucraniana- e incluyó elementos democráticos, antioligárquicos y anticorrupción, pero también contenía elementos nacionalistas extremos.

En ese contexto aparecieron grupos paramilitares como el Batallón Azov -incorporado a las Fuerzas Armadas ucranianas ahora como “regimiento”-, que surgió en 2014 en la ahora asediada ciudad portuaria de Mariúpol, donde actualmente está combatiendo a las fuerzas rusas.

El líder del batallón, el comandante Denis Prokopenko, incluso ha dado declaraciones a la cadena estadounidense CNN, mientras la Duma rusa acusa que las armas enviadas a Kiev por parte de Occidente acaban en manos de batallones neonazis, recordando la legislación de asignaciones al Pentágono de 2017, en la que se prohíbe financiar las actividades del Batallón Azov.

Miembros de estos grupos incluso han llegado al parlamento y han tenido cargos de gobierno, inflamado la rusofobia y el etnocentrismo en el país, aunque los partidos surgidos de grupos neonazis como el Pravi Séktor o Svoboda, y sus escisiones, apenas han obtenido 2 por ciento de los votos en las últimas elecciones.

En el momento álgido del Maidán, los líderes llegaron a reclutar hasta 5 mil elementos, sacados de grupos violentos que asisten a los estadios de futbol.

Cuando el movimiento triunfó y provocó la caída del presidente prorruso Víctor Yanucovich, las nuevas autoridades ucranianas utilizaron a estos grupos para reprimir a los prorrusos y dio lugar a una de las peores masacres entre civiles de la historia contemporánea europea.

En la matanza de Odesa del 2014, los ultranacionalistas ucranianos quemaron vivos 48 activistas prorrusos en el edificio de los sindicatos, aunque el gobierno ucraniano lo ha negado. Después, al inicio de la rebelión en el Donbás, estos grupos se convirtieron en batallones de voluntarios como el Dnipro-1, el Batallón Batkivshchyna y National Corps.

Pero otra historia que ha recibido menos cobertura es la colaboración del gobierno ruso con grupos de ultraderecha.

Incluso cuando los diplomáticos rusos condenaron a los “fascistas” en los estados bálticos y los propagandistas del Kremlin criticaron a los “ukronazis” en el poder en Kiev, el Estado ruso estaba cultivando sus propios nazis locales, en muchos casos sacados también de entre los llamados hoolligans del futbol.

Después su llegada a la presidencia en 2000, Puitin explotó esto de dos maneras.

Primero, usó la amenaza neonazi para justificar la adopción de una legislación contra el extremismo pero que fue utilizada para enjuiciar a los demócratas rusos.

El Kremlin lanzó después el “nacionalismo dirigido”, un intento de cooptar y movilizar a militantes nacionalistas radicales, neonazis incluidos, como contrapeso a una emergente coalición anti-Putin de demócratas y radicales de izquierda.

Moving Together, una organización juvenil a favor de Putin, dio el primer paso al acercarse a OB88, la banda de cabezas rapadas más poderosa de Rusia.

La cooperación se extendió después de la revolución naranja de Ucrania de 2004. Para aislar a Rusia del contagio de protestas a favor de la democracia, el Kremlin transformó Moving Together en un proyecto más ambicioso llamado “Nashi” o “Nuestro”, con el fin de enfrentar un posible levantamiento democrático en Rusia. Se convirtieron en los cómplices ideales.


Con información de Reuters y EP

Cuando inició la invasión rusa, el presidente Vladimir Putin invocó a la historia para justificar la intervención en la necesidad de “desnazificar a Ucrania” como lo hizo la URSS con el mundo en la Segunda Guerra Mundial, pero lo que no se reconoce es que Rusia está en la misma posición. Diferentes grupos neonazis están en ambos bandos, legitimados por ambos Estados.

La realidad es que grupos ultranacionalistas y neonazis se incrustaron en las estructuras militares y políticas en Ucrania a partir de 2014 en la revolución del Maidán, y han actuado con apoyo de políticos y militares.

➡️ Mantente informado en nuestro canal de Google Noticias

El Maidán fue un movimiento que pedía dejar a Rusia y acercarse a la Unión Europea -aunque tenía pocos adeptos en el sur y en el este del país, donde habita la población rusófona ucraniana- e incluyó elementos democráticos, antioligárquicos y anticorrupción, pero también contenía elementos nacionalistas extremos.

En ese contexto aparecieron grupos paramilitares como el Batallón Azov -incorporado a las Fuerzas Armadas ucranianas ahora como “regimiento”-, que surgió en 2014 en la ahora asediada ciudad portuaria de Mariúpol, donde actualmente está combatiendo a las fuerzas rusas.

El líder del batallón, el comandante Denis Prokopenko, incluso ha dado declaraciones a la cadena estadounidense CNN, mientras la Duma rusa acusa que las armas enviadas a Kiev por parte de Occidente acaban en manos de batallones neonazis, recordando la legislación de asignaciones al Pentágono de 2017, en la que se prohíbe financiar las actividades del Batallón Azov.

Miembros de estos grupos incluso han llegado al parlamento y han tenido cargos de gobierno, inflamado la rusofobia y el etnocentrismo en el país, aunque los partidos surgidos de grupos neonazis como el Pravi Séktor o Svoboda, y sus escisiones, apenas han obtenido 2 por ciento de los votos en las últimas elecciones.

En el momento álgido del Maidán, los líderes llegaron a reclutar hasta 5 mil elementos, sacados de grupos violentos que asisten a los estadios de futbol.

Cuando el movimiento triunfó y provocó la caída del presidente prorruso Víctor Yanucovich, las nuevas autoridades ucranianas utilizaron a estos grupos para reprimir a los prorrusos y dio lugar a una de las peores masacres entre civiles de la historia contemporánea europea.

En la matanza de Odesa del 2014, los ultranacionalistas ucranianos quemaron vivos 48 activistas prorrusos en el edificio de los sindicatos, aunque el gobierno ucraniano lo ha negado. Después, al inicio de la rebelión en el Donbás, estos grupos se convirtieron en batallones de voluntarios como el Dnipro-1, el Batallón Batkivshchyna y National Corps.

Pero otra historia que ha recibido menos cobertura es la colaboración del gobierno ruso con grupos de ultraderecha.

Incluso cuando los diplomáticos rusos condenaron a los “fascistas” en los estados bálticos y los propagandistas del Kremlin criticaron a los “ukronazis” en el poder en Kiev, el Estado ruso estaba cultivando sus propios nazis locales, en muchos casos sacados también de entre los llamados hoolligans del futbol.

Después su llegada a la presidencia en 2000, Puitin explotó esto de dos maneras.

Primero, usó la amenaza neonazi para justificar la adopción de una legislación contra el extremismo pero que fue utilizada para enjuiciar a los demócratas rusos.

El Kremlin lanzó después el “nacionalismo dirigido”, un intento de cooptar y movilizar a militantes nacionalistas radicales, neonazis incluidos, como contrapeso a una emergente coalición anti-Putin de demócratas y radicales de izquierda.

Moving Together, una organización juvenil a favor de Putin, dio el primer paso al acercarse a OB88, la banda de cabezas rapadas más poderosa de Rusia.

La cooperación se extendió después de la revolución naranja de Ucrania de 2004. Para aislar a Rusia del contagio de protestas a favor de la democracia, el Kremlin transformó Moving Together en un proyecto más ambicioso llamado “Nashi” o “Nuestro”, con el fin de enfrentar un posible levantamiento democrático en Rusia. Se convirtieron en los cómplices ideales.


Con información de Reuters y EP

Local

Pescadores piden modificar zona de protección de la vaquita marina

Les daría la oportunidad de hacer mejor sus actividades, sin afectar la zona de Tolerancia Cero, que se supone es donde habita el cetáceo

Local

Invitan a participar en campaña "Apadrina a un niño en esta Navidad"

La Parroquia de los Santos Mártires Mexicanos está recolectando regalos para niños y niñas, con la finalidad de entregarlos el próximo 23 de diciembre

Local

Acercan servicios de salud a residentes del Ejido "Islita" y estudiantes Conalep

Se brindaron detecciones de enfermedades como diabetes, hipertensión arterial y otras; en el caso del Conalep se logró beneficiar a 1 mil 185 estudiantes

Local

Socorristas de la Cruz Roja son capacitados como técnicos en urgencias médicas

Socorristas de todo el país se están capacitando en la Escuela Nacional de Técnico en Urgencias Médicas, de ellos, 25 de esta ciudad

Policiaca

Fuga de gas provoca evacuación de conocida tienda departamental

Cerca de 100 empleados y clientes salieron con seguridad apoyados por bomberos y policías

Local

Diana Chacón es galardonada como Mujer del Año

La Asociación de Mujeres Profesionistas y de Negocios le otorgó la distinción más grande del organismo