Adán y Casandra, ahora son adolescentes, pero desde niños han pasado las navidades en el albergue infantil “Bethel” al lado de sus compañeros a quienes consideran sus hermanos y de “mamá Bertha”, encargada del lugar.
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Ellos no recuerdan navidades fuera del “Bethel” pues llegaron a vivir al albergue, en el caso de Adán, a los 7 años de edad, actualmente tiene 15, y Casandra tiene 16 años y está ahí desde que tenía 5.
Adán platicó que cursa el tercer grado de secundaria e indicó que una de las celebraciones que más disfruta es la navidad porque es un día en que se comen platillos muy sabrosos, entre los que nombró los tamales de carne y el pozole, acompañados de champurrado.
Además, dijo que le gusta esta época del año porque recibe regalos. Cuando era niño pedía a “Santa Clos” juguetes como carritos de control remoto, balones de futbol soccer y juegos de mesas, mismos que siempre encontraba debajo del arbolito navideño que colocan en el albergue. Sin embargo, confesó, que con el paso del tiempo ha optado por pedir que le regalen ropa.
“Me gusta la navidad porque la paso muy bien aquí en mi casa, el albergue, conviviendo con mis hermanitos y mamá Bertha. En estas fechas, siempre viene gente y nos traen regalos”.
Adán es un joven que sueña con ingresar a la universidad para estudiar una carrera profesional relacionada con la construcción de viviendas y edificios, tal vez, ingeniería industrial o arquitectura, señaló.
Por su parte, Casandra refirió que no recuerda navidades fuera del albergue y expresó que el 24 de diciembre, desde que era niña, se levanta muy temprano ante la emoción de la celebración que implica estrenar ropa, cenar con su familia Bethel y abrir los regalos por la noche.
“Recuerdo que cuando era niña, el 25 de diciembre me levantaba muy temprano para jugar en el patio con todos mis hermanitos del albergue. Jugábamos con los juguetes que nos regalaban. Unos con sus muñecas, otros con carritos, bicicletas, pelotas, patines y así todos contentos”, añadió.
“Desde que inicia diciembre vienen grupos de personas a visitarnos, nos hacen posadas y nos traen regalos. Ahora por la pandemia será diferente, no podremos recibir gente, pero igual, disfrutamos la navidad. Nosotros entendemos la situación”.
A Casandra le gustaría prepararse como estilista porque le llama la atención peinar y maquillar. De ahí, que contempla inscribirse en una escuela para capacitarse en este oficio.
SUMA 30 NAVIDADES
Bertha Bobadilla Ruelas se ha hecho cargo del albergue infantil durante 30 años, de los 35 que tiene de fundado. Ella ha sido la mamá de decenas de generaciones de niños y niñas que han llegado a este lugar por sufrir situaciones difíciles en el seno familiar.
Apuntó que las navidades en el albergue son muy bonitas. Son como en cualquier hogar. Entre todos los niños y niñas colocan el árbol navideño, los adornos y las luces de colores.
Por lo general, desde principios de diciembre visitan el “Bethel” miembros de grupos de apoyo social de esta ciudad y de otras de Estados Unidos para celebrar las tradicionales posadas en las cuales comparten con los niños y las niñas, regalos, comidas, bebidas, dulces y piñatas.
Bertha Bobadilla resaltó que este año no será posible realizar posadas por el riesgo de contagios de Covid-19 que implica la convivencia con gente ajena al albergue, así que la navidad se festejará solo con quienes viven en el “Bethel”.
“Los niños quieren cenar tamales. Les di a escoger entre varias opciones. Esta navidad, como en otras, van a recibir sus regalos, van a cenar y se dormirán temprano como están acostumbrados. Son muy buenos niños todos”, concluyó mamá Bertha, quien está al cuidado de 22 niños y niñas de entre 4 y 16 años de edad.
Este año no será posible realizar posadas con gente ajena al albergue, por el riesgo de contagios de Covid-19 que implica la interacción social, así que la navidad se festejará solo con quienes viven en el “Bethel”