Un giro inesperado a su vida es el que ha tenido José Eduardo Baltierrez, médico general del Hospital General de San Luis Río Colorado, pues la tarea de atender a su vocación tanto en el departamento de ultrasonidos como en su extenso horario dentro del área de pacientes convalecientes por Covid-19 han dificultado la oportunidad de disfrutar del tiempo con su esposa y dos hijos, visualizando un Día de los Padres distinto a lo conocido.
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Tras casi 100 días de intensa labor de la mano del personal de Salud, el galeno compartió que aún se enfrenta a un constante temor de contraer la enfermedad, por lo que se vio en la necesidad de realizar ajustes en sus hábitos de convivencia, buscando ante todo cuidar la salud de Dwayne y Deleh, de 2 años y 10 meses ambos, así como la de su pareja y también miembro del cuerpo de enfermeras del mencionado nosocomio estatal, Iveth Lizárraga.
“Hemos trabajado ininterrumpidamente desde que inició la pandemia. Lo más que se ha alargado nuestra jornada ha sido por 20 horas sin descanso”, dijo.
A su vez, expresó que “al principio fue difícil, porque siempre que llegábamos era de abrazarnos, cargarlos y apapacharlos. Era detenerlos para que no se nos acercaran cada vez que nos miraban llegar”, para luego mencionar que instalaron un área gris en la puerta trasera de su hogar, que es donde se desviste, previo a lavar su ropa y bañarse para desinfectarse, protocolo que sigue a diario para poder entrar a casa y saludar a sus hijos.
POR EL ACTO DE SERVIR
La celebración por su paternidad quedará pendiente, pues las horas que amerita su servicio en el hospital es apremiante debido al alto número de personas que ingresan con une estado avanzado de la enfermedad, al grado de morir, siendo ésta una situación que busca evitar a toda costa en su familia. Es por esto que, normalmente, le quedan libres de 4 a 5 horas diariamente, por lo menos cuando no trabaja en área Covid-19.
“La edad de mis hijos nos demanda mucho y hemos tratado de equilibrar para no dejarlos solos; es difícil, pero trato de aprovechar el máximo y ayudarles a dibujar, reconocer objetos o tareas de acuerdo a su etapa actual”.
Por último, José Eduardo detalló que es algo desgastante, sobre todo cuando hay que portar el traje de protección por 12 horas o el doble de tiempo, además de que es triste cómo se tienen que eliminar costumbres como un simple saludo para evitar la propagación del virus.
“Pónganse en nuestro lugar, para poder pasar tiempo con la familia y no tener que estar viendo gente grave, muriéndose. Por favor, quédense en casa”.