El sustento diario para él y toda su familia es el que Ángel Antonio Castillo Parra ha encontrado en la venta de fruta de temporada, actividad que realiza en distintos cruceros de San Luis Río Colorado desde hace más de una década.
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Sin embargo, actualmente le hace frente a la emergencia sanitaria persistiendo en el oficio que le ha dado grandes satisfacciones aceptando que, aunque es difícil, es necesario tener la mejor de las actitudes y dar gracias a Dios por las oportunidades que da en medio de tanto problema.
A sus 53 años, el originario de la colonia El Burrión de Guasave, Sinaloa, y residente de este municipio desde 1988, emprende un nuevo ciclo de venta sobre la avenida Nuevo León y calle 42, en donde cientos de residentes de esta ciudad fronteriza pueden apreciar los montones de uvas y un letrero que indica su precio por kilogramo: “1x40” y “2x60”.
“Tenemos arriba de 10 años vendiendo este producto, que es uva sin semilla, morada y verde, siendo ésta la fruta de temporada, pero también, cuando toca, vendemos fresa, espárrago o sandía, pues hay que aprovecharla ya que se va todo muy rápido”, compartió Ángel, agregando que también se encuentra impulsando la venta del mango que se cosecha en su ciudad natal, el cual agrega más ganancias a su trabajo pues es muy solicitado.
En ese sentido, uno de los puntos a destacar de su labor es que cada semana o cada vez que se le termina el producto realiza viajes hasta el valle del municipio de Caborca, donde recibe directo de la vid cientos de ejemplares de uva verde y morada.
“La carretera de ida y venida está muy fea, es pésimas condiciones, pero no hay otra manera de llegar. (…) Es un riesgo el camino, muy solo y cansado, pero hay que hacerlo y con ganas. Gracias a Dios no nos ha pasado nada”.
“QUEDARSE EN CASA NO ES UNA OPCIÓN”: ÁNGEL
También, mencionó que uno es quien tiene que buscarle al trabajo a pesar de lo que está pasando en el mundo con la pandemia, indicando que para él y su hijo (quien también se dedica a vender fruta) quedarse en casa no es una opción.
“Día tras día se vende, gracias a Dios, y nosotros tenemos que hallar la forma. No puedo estar metido en la casa todo el día esperando a ver qué me cae; tenemos que salir a buscarle”.
Respecto a su experiencia inicial con la actual, Ángel mencionó que no ha habido muchos cambios, pues ha tenido la fortuna de tener cientos de clientes que le han ayudado a salir airoso de cualquier adversidad.
“El primer año me fue bastante bien, para qué negarlo. Es malo andarse quejando, si de todas maneras le va bien a uno. Gracias a Dios, me ha ido bien. Tengo que echarle ganas para sacar a mi familia adelante, para poder comer. De aquí sale para mis dos hijos, que son una dama de 22 y mi varón de 18, y mi mujer”.
En un buen día, dijo que de uva superior (verde, sin semilla) lograr vender alrededor de 10 cajas, que en promedio alcanzan para 200 bolsas de racimos, lo que se representa un peso de 2 kilogramos, cada una.
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