Una familia de migrantes de Chilpancingo, Guerrero, tuvo que enfrentar el miedo de salir de su lugar de origen, confrontando un futuro incierto para llegar a la frontera con la intención de solicitar una visa humanitaria al gobierno de Estados Unidos, pues consideran que en el vecino país podrán brindar una mejor calidad de vida a sus hijos.
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Hace 3 meses, el matrimonio formado por Calixto e Idalia decidió emprender un viaje a la frontera norte de México, a lado de sus hijos de 12, 10, 5 años y el menor de 4 meses, dejando atrás a sus familiares, amistades y bienes materiales que, aunque pocos, eran parte de su patrimonio y los habían adquirido con esfuerzo.
Dedicada al hogar, Idalia pasaba gran parte del día al cuidado de sus hijos y atención del hogar; mientras su esposo salía a diario en busca del sustento, desempeñándose como jornalero en los campos agrícolas cercanos a la localidad en que habitaban.
Idalia platicó que se vieron obligados a salir de Guerrero porque allá priva la violencia, la gente vive amenazada por miembros del crimen organizado, prevalecen los secuestros y el pandillerismo, además de que son pocas las oportunidades de empleo que existen, lo cual genera pobreza.
“La vida en Guerrero es muy difícil. La gente es muy pobre. Se gana poco. Mi esposo ganaba 100 pesos diarios y yo no trabajaba por estar cuidando a mis hijos, llevarlos y traerlos a la escuela, atender la casa”, externó.
VENCIÓ EL MIEDO DE DEJARLO TODO
Idalia contó que al estar en Chilpancingo se enteró que autoridades de Gobierno de Estados Unidos están otorgando visas humanitarias a mexicanos y personas de otras nacionalidades, de ahí que ella y su esposo decidieron venir a la frontera para solicitar el documento que les permitirá, de ser aprobados para recibir este beneficio, residir y trabajar legalmente en “el otro lado”.
“Claro que al pensar en venir hasta acá me dio miedo porque no sabía qué nos esperaba, pero es tanto nuestro deseo de mejorar en nuestra vida, de salvar a nuestros hijos de tanta violencia y pobreza, que no nos importó nada y pedimos dinero prestado para llegar a la frontera donde tenemos ya 3 meses”, externó.
“Por fortuna no nos ha ido tan mal. El primer mes estuvimos pagando renta. Luego supimos del albergue de Don Chon y aquí hemos estado. Tenemos un lugar para dormir, comida y nos dieron ropa”, agregó Idalia.
SUEÑA CON VIVIR EN ESTADOS UNIDOS
Idalia y Calixto están anotados, desde hace 3 meses, en la lista de solicitantes de visa humanitaria, sin embargo, no han sido llamados por personal de migración estadounidenses.
Indicó que en caso de que la solicitud sea rechazada, se irán a Baja California para trabajar como jornaleros agrícolas, ya que no contemplan su regreso al estado de Guerrero.
“Me gustaría mucho que nos dejaran vivir en Estados Unidos. Sueño con tener un buen empleo y ganar bien. Que mis hijos aprendan inglés, pero que no se olviden de nuestra lengua, el mixteco ni del español”, resaltó la madre de familia.
EXTRAÑA LA COMIDA GUERRERENSE
Confesó que algo de lo que más extraña de Guerrero es la comida debido a que allá no consumían alimentos congelados y era abundante la ingesta de verduras que ellos mismos cosechaban.
“Aquí el pollo y la carne congelada son muy desabridos. De donde nosotros venimos, se acostumbra matar al animal y comerlo en ese momento. Las tortillas de maíz las hacemos a mano, molemos el grano. Sembramos frijol, quelites, flor de calabaza, hongos y eso comemos”, puntualizó.