Olga Nidia Guerrero García es una mamá que a pesar de haber perdido el sentido de la vista cuando tenía 39 años de edad, pudo sacar adelante a su hijo que en ese momento era un adolescente, ya que él la impulsó a echarle ganas a la vida y no dejarse vencer por las adversidades.
En el marco de la celebración del 10 de mayo, Día de las madres, se entrevistó a Olga Guerrero al ser considerada una “mamá ejemplar” que, a pesar de haber quedado ciega en 2012, ha estado siempre al pendiente de su hijo a quien ha educado y guiado, prácticamente, sola.
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La madre de familia refirió que llegó a San Luis Río Colorado cuando tenía 18 años, con la intención de continuar con los estudios de danza folclórica que había iniciado en Los Mochis, Sinaloa, donde residía con sus padres y hermanos. Sin embargo, este plan no fue posible y al poco tiempo empezó a trabajar en una empresa maquiladora.
Al llegar a San Luis, Olga Guerrero vivió en casa de sus tíos por un par de meses, pero después se fue a vivir con su familia que llegó de Los Mochis para asentarse en esta localidad.
Platicó que antes de perder la vista se desempeñó en diversos puestos de trabajo entre los que enlistó auxiliar contable, operadora de maquiladora, gerente de ventas y también fue integrante del consejo estatal electoral, entre otros.
SUFRIÓ DEPRESIÓN TRAS QUEDAR CIEGA
Sus problemas de la vista empezaron desde temprana edad, pues desde niña le detectaron miopía, la cual con el paso de los años le acarreó otras complicaciones que originaron que en 2012 perdiera la vista por glaucoma y desprendimiento de retina.
Recordó que fue perdiendo la visión paulatinamente, ya que al principio miraba borroso con el ojo izquierdo, por lo que los médicos le sugirieron que se sometiera a una cirugía, pero a pesar de eso, tiempo después quedó ciega.
“Me operaron para que pudiera recuperar la vista del ojo izquierdo. Por un tiempo pude ver otra vez, pero un día ya no pude mirar nada. El doctor ya me había dicho que un día iba a perder la vista por completo y así sucedió”, externó.
Cuando el médico le informó que llegaría el día en que quedaría ciega, Olga de inmediato pensó en su hijo que en ese momento tenía 14 años, pues el menor dependía totalmente de ella.
“Cuando me dieron el diagnóstico y me dijeron que quedaría ciega, lloré, No podía dejar de pensar en mi hijo, en lo difícil que sería para mí estar al pendiente de él, de llevarlo y traerlo a todos lados, cómo iba a sacarlo adelante si ya no iba a poder trabajar. Además, me acababa de divorciar y pues no la estaba pasando nada bien”, añadió.
“Al quedarme ciega me deprimí. No quería hacer nada ni ver a nadie. Solo quería estar dormida. Hasta que un día, a raíz de la muerte de una prima, reflexioné sobre lo que me estaba pasando y dije: solo perdí la vista, no he muerto. Estoy completa, puedo caminar, moverme y fue entonces que me levanté de la cama, me bañé, me puse hacer ejercicio y hasta ahorita, sigo viviendo la vida con entusiasmo porque ese es el ejemplo que le quiero dar a mi hijo y hacerle ver que a pesar de las dificultades no debemos darnos por vencidos”, destacó Olga Guerrero.
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Al perder la vista, Olga Guerrero formó la agrupación de invidentes “Guerreros del Desierto”, es impulsora y practicante del deporte “gol-bol” y actualmente es presidenta de la Unión Nacional de Ciegos y de Baja Visión (UNACIV) a través de la cual se está impulsando la iniciativa de Ley de la Cuota de Contratación Laboral de Personas con Discapacidad.