Juan Carlos Romero Rodríguez tiene 52 años de edad y a pesar de que hace 6 años perdió la vista, todos los días se levanta con el ánimo de ir a trabajar para sacar adelante a su hijo adolescente de quien se hace cargo él solo desde que era un niño.
El señor Romero consideró que ser papá soltero no es una tarea fácil pues implica hacer múltiples tareas como trabajar dentro y fuera de casa, además de atender a los hijos y hacerse cargo de uno mismo.
Juan Carlos tiene un hijo de 16 años de quien se hace cargo desde que el niño tenía 5 años. “Quedarme solo con mi hijo fue difícil en un principio porque yo tenía que salir a trabajar y no podía estar siempre con él, pero gracias a Dios mi madre me ayudó a cuidarlo mientras yo trabajaba”.
A raíz de un accidente y tras someterse a cirugías de los ojos, Juan Carlos fue perdiendo la vista de manera gradual hasta que un día ya no vio nada. “Iba caminando a mi casa cuando de pronto me quedé ciego, ya no vi nada. Seguí caminando porque más o menos me ubicaba por donde iba y mi hijo me encontró en el camino y me preguntó que si que estaba haciendo ahí, le dije: me quedé ciego y no, no me creyó”.
Comentó: “En ese momento, cuando me quedé ciego, claro que sentí temor porque no sabía cómo le iba hacer para sacar adelante a mi hijo. Me deprimí, pero con el paso de los días mi hijo fue el impulso para echarle ganas”.
Juan Carlos expresó que a pesar de que han pasado 6 años desde que quedó ciego, aún, en ocasiones, se siente triste, sin ánimos de levantarse de la cama y de ir a trabajar, pero lo hace porque sabe que su hijo lo necesita.
Cuando Juan Calor perdió la vista, uno de sus hermanos lo motivó a que asistiera a las reuniones de la Asociación de Invidentes y Débiles Visuales “Enciende una luz en tu vida” (ENULUVI) en donde al convivir con personas ciegas se dio cuenta que la vida no se acaba porque tienes una discapacidad y reafirmó de que se puede salir adelante trabajando.
En ENULUVI, el señor Romero Rodríguez ha aprendido a hacer manualidades y también a elaborar dulces de tamarindo los cuales prepara artesanalmente en su casa y sale a venderlos en el centro de la ciudad acompañado de su hijo.
“Ahora se cambiaron los papeles, ahora es mi hijo quien me cuida y me acompaña a vender los dulces de tamarindo. Los martes y jueves caminamos de las 9:00 de la mañana a la 1:00 de la tarde por el centro y por la Madero y Obregón hasta la calle 10; los sábados vamos al tianguis del Chula Vista y los domingos en la tarde al parque La Tortuga. Tengo que salir a vender los tamarindos para pagar la renta y otros gastos de la casa ya que este es el único ingreso económico que tengo”.
Su vida como papá soltero
“En la casa hago los quehaceres diarios como barrer, trapear, lavar los trastes, lavar la ropa, hacer la comida para mi hijo. Tengo que valerme por mí mismo, no quiero ser una carga para él”.
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Dijo que ser papá soltero no es fácil e indicó que ahora entiende el papel tan importante y el gran esfuerzo que realizan las madres solteras para brindar a sus hijos un hogar, educación y tiempo de calidad, teniendo que organizar bien su tiempo para no descuidar ningún aspecto.
Para mantener su mente ocupada, Juan Carlos disfruta de pasar tiempo en la cocina ya que el gusto por hacer comida lo heredó de su mamá. Además, contó que su día empieza, generalmente, a las 7:00 de la mañana ya que a esa hora inicia con la preparación de los dulces de tamarindo y poco antes de la 9:00 de la mañana sale de su casa con su hijo para esperar la “pesera” que los lleva al centro y a los otros puntos de venta donde ofrece los productos que elabora.
Para finalizar, conmovido al punto de las lágrimas, Juan Carlos Romero emitió un mensaje a su hijo: “Gracias hijo por apoyarme, por estar siempre conmigo y ayudarme”.