Eran tardes de gran movimiento vehicular, de fiesta y alegría, cuando casi todos los domingos se celebraban corridas de toros en esta ciudad, a las que acudían aficionados desde Los Ángeles, San Diego, Tijuana y de ciudades cercanas como Yuma y Mexicali.
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A mediados de los cincuenta se hacían filas de carros por avenida Obregón (que en ese tiempo era la única calle pavimentada) y en avenida Madero (que en esas ocasiones se regaba porque era de terracería), para recibir al torrente de aficionados extranjeros y nacionales que se volcaba cada semana para disfrutar las corridas de toros en la plaza de calle 24, entre avenidas Madero y Juárez.
Dicha Plaza de Toros era una de las más grandes del Norte de México, señaló Ramón Noriega Rascón en su libro “Historias y narraciones del viejo San Luis Río Colorado. Un puente a nuestro pasado”.
DE LAS MÁS GRANDES DEL PAÍS
Inaugurada durante la administración municipal de Eulogio Medina Hoyos, fue construida de madera y por ésta desfilaron connotadas figuras del toreo mundial, pero principalmente de México y España, que eran las catedrales de la tauromaquia.
La fiesta de toros que desde 1955 se volvió tradicional fue imán para atraer al turismo norteamericano a una ciudad de años perdida en la inmensidad del desierto sonorense, relató el escritor.
Al finalizar los cincuenta y comenzar los sesenta, iniciaba el despegue económico auspiciado por el tesón y esfuerzo de los sanluisinos y de las personas que llegaron del interior del estado y de otros del país.
Bajo ese esplendoroso panorama, el 30 de junio de 1957 se anunció en los carteles taurinos la instalación en los cruceros viales más transitados de la ciudad el mano a mano entre la mundialmente conocida matadora norteamericana, Patricia Mac McCormick y los destacados toreros mexicanos Joselito Méndez y Jesús Peralta, este último reciente triunfador en la Plaza de Toros Tijuana, quienes iniciaron la temporada inaugurando la flamante Plaza de Toros de San Luis, una de las más grandes del Norte de México y orgullo de todos los sanluisinos, expuso Ramón Noriega.
“CANTINFLAS” VINO A TOREAR
Los precios de entrada eran 3 dólares o 37.50 pesos en sombra y 25 pesos en sol. La siguiente corrida estuvo encabezada por José Ramón Tirado, Antonio del Olivar y Carlos Arruza, quienes enfrentaron seis toros bravos toros de la ganadería zacatecana de Torrecillas.
Antes de la inauguración de la nueva plaza, las corridas se llevaban a cabo en un espacio improvisado desmontable en un parque deportivo, por allá en 1954 y 1955, siendo también este parque escenario de varios eventos deportivos de beisbol, box, futbol y lucha libre.
Los ídolos de la fronteriza plaza San Luis Río Colorado a fines de los cincuenta y principios de los sesenta causaban furor en sus presentaciones y por lo general repetían la siguiente semana o cuando su agenda lo permitía.
Los antiguos residentes recuerdan con nostalgia los momentos de gloria taurina de esos ases, entre ellos Carlos Arruza, José Ramón Tirado y Antonio del Olivar.
Además, a los toreros Luis Procuna, Jaime Bravo, Alfonso Ramírez “El Calesero”, Manuel Capetillo, Alfredo Leal, Joselito Huerta, David Silveti, Antonio Ordóñez, Joaquín Bernardo y al actor Mario Moreno “Cantinflas”.
Automovilistas locales y de otras ciudades de México y Estados Unidos hacían largas filas para asistir a las corridas de toros en la plaza entre avenidas Juárez y Madero y calle 24