/ sábado 30 de enero de 2021

Rosa Valtierra vive milagro tras ser desahuciada por Covid-19

“Dios tiene la última palabra”, dijo quien sobreviviera a la enfermedad tras casi dos meses de hospitalización con respiración mecánica invasiva

“No se den por vencidos. Los milagros sí existen. Luchen hasta el último instante, porque vale la pena”, fueron las palabras que Rosa Valtierra Meza pronunció entre lágrimas de emoción imposibles de evitar al recordar que, tras ser desahuciada a causa de las complicaciones por el Covid-19, fue dada de alta y actualmente goza de una segunda oportunidad de vivir al lado de su familia, en la intimidad de su hogar.

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Casi dos meses fue el lapso en el que estuvo hospitalizada, entubada y con pocas probabilidades de vivir, de acuerdo al diagnóstico que recibió por parte del personal del Banner Health University Medical Center, de Tucson, Arizona, mismo que tuvo el asombro de ver cómo ella comenzó a recuperarse de una muerte anunciada.

“A mi hija la llamaron tres veces para que me desconectaran. Es increíble, pero yo me acuerdo de las llamadas que me hacía mi familia diariamente. No recuerdo nada malo y estoy segura que estuve de la mano de Dios”, compartió y agregó que hubo un momento en el que le preguntaron si estaba sufriendo mucho, a lo que ella intentaba comunicarse a como diera lugar, logrando hacerlo a través del movimiento de sus párpados, lo que fue una señal que su hija, Karla Fernanda Valtierra, esperaba, sin saber que eso sería el inicio de su recuperación.

Asimismo, dijo que el 20 de noviembre comenzó a sentir fiebre y mareo; un día después bajó su oxigenación y fue trasladada a Estados Unidos, donde fue hospitalizada y hasta el 6 de diciembre le dijeron que necesitaba entubarse para sobrevivir. Sin embargo, el 18 de ese mes llamaron del hospital para avisar que sería desconectada.

UNA DECISIÓN DIFÍCIL

Por su parte, Karla manifestó que fue difícil tomar una decisión, pues por un lado estaba el deseo de su madre -que era no morir entubada dentro de un hospital y que si en algún momento se enfrentaba a eso no la dejaran vivir-, y por el otro el deseo como hija de seguir manteniéndola con vida.

“La llevé y me dijeron que tenía neumonía por Covid-19, cuando creí que era un malestar por la diálisis que tiene desde hace 25 años; eso hizo preguntarme cómo y dónde se contagió, porque desde que inició la pandemia ha sido un desgaste por atender al extremo todos los cuidados. Más con las vacunas, que ya sentíamos un alivio, pero pasó todo esto. Solo pude darle una cobija y un iPad donde nos comunicaríamos con ella antes de que se la llevaran”, compartió.

“No podía estar con ella, aunque sí hablábamos diario. A las 8:20 de la mañana del 6 de diciembre, ella tenía 10% menos de oxigenación. Me explicaron que entubándola tenía 50% de probabilidad para vivir, pero ella no quería. Entonces, estábamos llorando las dos, se acercó a la cámara y me dijo `me voy a entubar por tí´, al ver que yo no podía tomar esa decisión tan difícil. Se despidió de mí y me dijo que me cuidara mucho. Ella sabía que tal vez no saldría de esa”.

Hasta el 18 de diciembre, le llamaron a Karla para explicarle que “no había más que hacer”, pues los pulmones de su mamá estaban desechos y el respirador ya no estaba siendo de utilidad, además de que su corazón estaba colapsando y en tomografías había puntos negros en la zona cerebral, lo que se aunó a una serie de convulsiones que terminaron por dañar órganos internos, debido a los tubos que llevaba en su cuerpo.

“Tenía que firmar la hoja para dejar que la desconectaran. Le quitarían toda vida artificial para sedarla y esperar a que su corazón dejara de latir. Como hija uno piensa que es fácil hacer que sigan luchando, pero me mataba pensar que estaba sufriendo”, recordó.

Su hija, Karla Fernanda, debía tomar una difícil decisión, pero un milagro ocurrió en su mamá. Hoy agradecen todas las oraciones hacia ella. / Cortesía | @KFerValtierra

INICIA LA RECUPERACIÓN

No obstante, en medio de la decisión que se tenía que tomar, el 23 de diciembre Rosa comenzó a mejorar su presión arterial, lo que fue suficiente señal para no firmar los documentos y el 25 de diciembre, tras una tomografía, sus pulmones empezaron a regenerarse.

“Los médicos no entendían qué estaba pasando. Le hicieron traqueotomía el 2 de enero y el 6 empezó a mover su cabeza para comunicarse. Fue hasta el 18 de enero que me llamaron y le pregunté a mi mamá si se sentía bien. Le dije que la extrañaba mucho y ella me dijo `yo también´, como si nada hubiera pasado”, recordó y dijo que el 25 de enero su madre al fin regresó a casa.

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Por su parte, Rosa manifestó que debido al SARS-CoV-2 tiene secuelas como parálisis en la mitad de su cuerpo, pero que desde que fue dada de alta al cierre de edición ya ha recuperado el 25% de movilidad.

A su vez, extendió un agradecimiento a todas las personas que oraron por ella y que la ayudaron, a sus hermanos que diariamente la monitoreaban por videollamada, a su sobrino Orel Valtierra, a su yerno Ricardo Aguilar y, sobre todo, a su hija Karla Fernanda.

“No sé qué hubiera pasado si mi hija me hubiera obedecido, pero hoy solo les digo que no se den por vencidos. Dios es quien tiene la última palabra y gracias a Él sigo aquí con mi familia”, finalizó.

“No se den por vencidos. Los milagros sí existen. Luchen hasta el último instante, porque vale la pena”, fueron las palabras que Rosa Valtierra Meza pronunció entre lágrimas de emoción imposibles de evitar al recordar que, tras ser desahuciada a causa de las complicaciones por el Covid-19, fue dada de alta y actualmente goza de una segunda oportunidad de vivir al lado de su familia, en la intimidad de su hogar.

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Casi dos meses fue el lapso en el que estuvo hospitalizada, entubada y con pocas probabilidades de vivir, de acuerdo al diagnóstico que recibió por parte del personal del Banner Health University Medical Center, de Tucson, Arizona, mismo que tuvo el asombro de ver cómo ella comenzó a recuperarse de una muerte anunciada.

“A mi hija la llamaron tres veces para que me desconectaran. Es increíble, pero yo me acuerdo de las llamadas que me hacía mi familia diariamente. No recuerdo nada malo y estoy segura que estuve de la mano de Dios”, compartió y agregó que hubo un momento en el que le preguntaron si estaba sufriendo mucho, a lo que ella intentaba comunicarse a como diera lugar, logrando hacerlo a través del movimiento de sus párpados, lo que fue una señal que su hija, Karla Fernanda Valtierra, esperaba, sin saber que eso sería el inicio de su recuperación.

Asimismo, dijo que el 20 de noviembre comenzó a sentir fiebre y mareo; un día después bajó su oxigenación y fue trasladada a Estados Unidos, donde fue hospitalizada y hasta el 6 de diciembre le dijeron que necesitaba entubarse para sobrevivir. Sin embargo, el 18 de ese mes llamaron del hospital para avisar que sería desconectada.

UNA DECISIÓN DIFÍCIL

Por su parte, Karla manifestó que fue difícil tomar una decisión, pues por un lado estaba el deseo de su madre -que era no morir entubada dentro de un hospital y que si en algún momento se enfrentaba a eso no la dejaran vivir-, y por el otro el deseo como hija de seguir manteniéndola con vida.

“La llevé y me dijeron que tenía neumonía por Covid-19, cuando creí que era un malestar por la diálisis que tiene desde hace 25 años; eso hizo preguntarme cómo y dónde se contagió, porque desde que inició la pandemia ha sido un desgaste por atender al extremo todos los cuidados. Más con las vacunas, que ya sentíamos un alivio, pero pasó todo esto. Solo pude darle una cobija y un iPad donde nos comunicaríamos con ella antes de que se la llevaran”, compartió.

“No podía estar con ella, aunque sí hablábamos diario. A las 8:20 de la mañana del 6 de diciembre, ella tenía 10% menos de oxigenación. Me explicaron que entubándola tenía 50% de probabilidad para vivir, pero ella no quería. Entonces, estábamos llorando las dos, se acercó a la cámara y me dijo `me voy a entubar por tí´, al ver que yo no podía tomar esa decisión tan difícil. Se despidió de mí y me dijo que me cuidara mucho. Ella sabía que tal vez no saldría de esa”.

Hasta el 18 de diciembre, le llamaron a Karla para explicarle que “no había más que hacer”, pues los pulmones de su mamá estaban desechos y el respirador ya no estaba siendo de utilidad, además de que su corazón estaba colapsando y en tomografías había puntos negros en la zona cerebral, lo que se aunó a una serie de convulsiones que terminaron por dañar órganos internos, debido a los tubos que llevaba en su cuerpo.

“Tenía que firmar la hoja para dejar que la desconectaran. Le quitarían toda vida artificial para sedarla y esperar a que su corazón dejara de latir. Como hija uno piensa que es fácil hacer que sigan luchando, pero me mataba pensar que estaba sufriendo”, recordó.

Su hija, Karla Fernanda, debía tomar una difícil decisión, pero un milagro ocurrió en su mamá. Hoy agradecen todas las oraciones hacia ella. / Cortesía | @KFerValtierra

INICIA LA RECUPERACIÓN

No obstante, en medio de la decisión que se tenía que tomar, el 23 de diciembre Rosa comenzó a mejorar su presión arterial, lo que fue suficiente señal para no firmar los documentos y el 25 de diciembre, tras una tomografía, sus pulmones empezaron a regenerarse.

“Los médicos no entendían qué estaba pasando. Le hicieron traqueotomía el 2 de enero y el 6 empezó a mover su cabeza para comunicarse. Fue hasta el 18 de enero que me llamaron y le pregunté a mi mamá si se sentía bien. Le dije que la extrañaba mucho y ella me dijo `yo también´, como si nada hubiera pasado”, recordó y dijo que el 25 de enero su madre al fin regresó a casa.

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Por su parte, Rosa manifestó que debido al SARS-CoV-2 tiene secuelas como parálisis en la mitad de su cuerpo, pero que desde que fue dada de alta al cierre de edición ya ha recuperado el 25% de movilidad.

A su vez, extendió un agradecimiento a todas las personas que oraron por ella y que la ayudaron, a sus hermanos que diariamente la monitoreaban por videollamada, a su sobrino Orel Valtierra, a su yerno Ricardo Aguilar y, sobre todo, a su hija Karla Fernanda.

“No sé qué hubiera pasado si mi hija me hubiera obedecido, pero hoy solo les digo que no se den por vencidos. Dios es quien tiene la última palabra y gracias a Él sigo aquí con mi familia”, finalizó.

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