En 1920 entró en vigencia la encomienda 18 y legalmente se puso fin a la importación, exportación, transporte, venta y elaboración de toda clase de bebidas alcohólicas en Estados Unidos, lo que originó que en San Luis Río Colorado surgieran destilerías de alcohol para “pasarlo” de contrabando al vecino país.
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Así lo contó el escritor Ramón Noriega Rascón en su libro “Historias y narraciones del viejo San Luis Río Colorado. Un puente a nuestro pasado”, en el que indica, además, que la Ley de Prohibición, conocida también como “Ley Seca”, especificaba que ninguna persona podría fabricar, vender, cambiar, transportar, importar, exportar o entregar cualquier clase de licor, excepto los autorizados por esa indicación.
Sin embargo, la realidad fue muy distinta, añadió, pues la gran demanda y la nula oferta generaron inmediatamente mercados negros y convirtió en un gran negocio la producción local que se hacía de forma clandestina, así como el consumo mediante la introducción ilegal, llegando a obtener el producto precios muy elevados.
PIONEROS DE FÁBRICAS DE ALCOHOL
De esa forma, en San Luis Río Colorado, que apenas llegaba a 3 años de fundado, algunos emprendedores vieron la oportunidad de establecer destiladoras para fabricar artesanalmente sus propias bebidas, haciéndose muy popular el whisky Green River, elaborado en una destilería detrás de lo que en los treinta fue el Cine Maya, a pocos metros de donde actualmente se encuentra la zona de revisión aduanal del Servicio de Administración Tributaria (SAT). En ese tiempo, el whisky llegó a costar hasta 10 dólares el galón.
El whisky Green River y otras bebidas como los aguardientes y rones fabricados en San Luis Río Colorado a base de panocha se exportaban de contrabando hacia Estados Unidos, donde tenían gran demanda, resaltó Ramón Noriega en el libro.
Se sabe que entre los primeros productores locales de bebidas alcohólicas se encontraban don Aurelio Camacho, quien también era el encargado de introducir la energía eléctrica generada en Yuma, Arizona.
Don Aurelio Camacho era un respetable vecino que desde 1919 se dedicaba a esa actividad y posteriormente fue asesorado en nuevas técnicas utilizadas por los estadounidenses.
También se conoció que hubo otros entusiastas participantes en el negocio de elaboración de bebidas alcohólicas entre ellos Juan Payán y “Don Felipito”, ambos fabricaban licores a base de maíz a mediados de los veinte.
Según datos obtenidos por el escritor, Camacho se dedicaba a la elaboración artesanal de alcohol utilizando un rústico alambique que construyó en el ejido Independencia.
Noriega Rascón destacó que también se dedicaba a este productivo negocio Enrique Cáñez, quien comercializaba licores que traía vía marítima desde Sinaloa.
Otro dato que proporcionó el escritor fue que la Cervecería de Sonora fue una fábrica instalada en Hermosillo que inició operaciones en 1887. Las cervezas que producía eran High Life y Pilsener, así como la Centenario, de la cual los principales accionistas fueron de origen germánico.
La gran demanda y nula oferta de alcohol en Estados Unidos generaron que en esta ciudad surgieran “mercados negros” y llevó a productores a introducir ilegalmente ese tipo de bebidas “al otro lado”