El 1 de noviembre, Día de Todos los Santos, los niños y las niñas católicos asistieron a misa caracterizando a algún santo, con la finalidad de agradecer a Dios la merced que hizo a sus siervos, santificándolos en la tierra y coronándolos de gloria en el cielo.
En los templos de la ciudad se motivó a los niños y las niñas, especialmente, a quienes asisten a clases de catecismo, a asistir a la misa del domingo que se oficia para ellos, disfrazados de santos y santas.
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Entre los atuendos que lucieron los niños destacan los de San Judas Tadeo, San Martín de Porres, Virgen María y otros personajes que han vivido en esta tierra y que han sido como nosotros, con las mismas debilidades, y con las fortalezas que vienen del mismo Dios.
El padre Ramón Tapia Tapia, párroco del templo Inmaculada Concepción, se refirió a la importancia de inculcar a la niñez la festividad del Día de Todos los Santos y motivarlos a que se disfracen de Santos y no de otros personajes que nada tienen que ver con la iglesia.
Dijo que, en la Parroquia Inmaculada, la misa del domingo a las 10:30 de la mañana, fue para los niños y las niñas que asisten al catecismo. A ellos, se les convocó para que se disfrazaran de santos y de santas y lo mismo se hizo en otros templos.
La iglesia católica indica que el 1 de noviembre es un día para reflexionar todo el bien espiritual y material que por intercesión de los santos hemos obtenido y tenemos hasta el día de hoy, pues los santos que desearon la Gloria de Dios desde aquí en la tierra lo siguen deseando en la visión santificadora, y comparten el mismo deseo de Nuestro Señor Jesucristo de que todos los hombres se salven, que todos los hombres glorifiquen a Nuestro Señor.
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La Iglesia ha instituido la Fiesta de Todos los santos para alabar y agradecer al Señor la merced que hizo a sus siervos, santificándolos en la tierra y coronándolos de gloria en el cielo y para animarnos más a la virtud con los ejemplos de tantos Santos de toda edad, sexo y condición, y con la memoria de la recompensa que gozan en el cielo.