En estas fiestas patrias del 15 de septiembre, se celebró un aniversario más de la Independencia de México, iniciada el 15 de septiembre de 1810. Como siempre, se recordaron a los héroes que lucharon por nuestra patria. En su mayoría hombres. Pero, ¿Qué hay de las mujeres en este importante suceso?
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Septiembre, el mes de la Patria, está terminándose, parece el momento adecuado para decir que el camino en la etapa de La Independencia, 1810-1821, tiene olor a mujer. De septiembre a septiembre, en los diez años de la Guerra de Independencia, el género femenino apoyó con heroísmo al movimiento insurgente. Las mujeres con más fama son Josefa Ortiz de Domínguez y Leona Vicario, Pero la Independencia de México no se limita a estas dos mujeres. El poder femenino aportó más de lo imaginable.
Aquí hablaremos de algunas de las muchas mujeres que participaron en la emancipación de México y dieron fuerza a ese movimiento armado, demostrando que fueron capaces de ser más que una esposa, una madre o una sirvienta, pues gracias a ellas, México ha cambiado su historia. Son las rebeldes quienes borran, día a día, las diferencias de género y quienes saben que para tener el poder: hay que tomarlo.
Las mujeres de la Independencia desobedecieron las reglas vigentes de su época en los ámbitos social, político y económico y sus actos las llevaron a enfrentar numerosas represalias como exclusión, represión, castigos, humillaciones, cárcel y en algunos casos hasta la muerte. Todo esto por defender las convicciones que consideraban justas para la sociedad novohispana, que luchaba sin pausa por obtener su autonomía y proclamarse como una nación libre y soberana. A pesar de que la historia oficial ha tratado minimizarlas, dejándolas como solo acompañantes de los grandes héroes nacionales, la realidad es que muchas mujeres fueron piezas fundamentales para lograr la independencia de México. Esta es una lista de mujeres que merecen ser recordadas; mujeres valientes que participaron de diferentes maneras durante la Guerra de Independencia y demostraron que su poder también es fuerte.
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Carmen Camacho
Se cuenta que, junto a otras mujeres, inducía a los soldados para abandonar el ejército Realista y unirse a los Insurgentes, los convencía de desertar prometiéndoles, como recompensa, una parcela en el México Independiente. Carmen Camacho, quien formaba parte del movimiento de Miguel Hidalgo, persuadía a los hombres del Ejercito Realista para que se volvieran Insurgentes. Se dice que convencía a los soldados en restaurantes y pulquerías. Fue culpada de “seducción de la tropa realista” y fusilada el 6 de diciembre de 1811. Antes de morir vitoreó la Independencia de México, según el cronista González Obregón.
María Tomasa Estévez
Trabajó para varios jefes insurgentes. Una de sus labores consistió en recopilar información confidencial del ejército realista español e integrar el primer frente insurgente en Salamanca, hoy Guanajuato, al lado de Andrés Delgado, Albino García y el cura Rafael Garcilita. Debido a su labor de persuasión, los soldados realistas la acusaron de convencer a algunos de sus integrantes de desertar, por lo que fue fusilada en Salamanca en agosto de 1814.
Ana Yraeta
Representa a las mujeres cultas que siguieron los debates intelectuales que se manifestaron en folletos y gacetas entre los años 1809–1821, período en que se manifestaron los diferentes modelos políticos que habrían de surgir en las primeras décadas del siglo XIX. Ana tuvo un papel importante como propietaria de las reuniones en las que se comentaba a diario lo que sucedía tanto en Europa como en América. Era también constante lectora de los diarios y periódicos, también se distinguió como patrocinadora de las diversas facciones políticas.
Es recordada por ser la fundadora de “Las patriotas Marina”, la primera organización femenina secular conocida en la ciudad de México, se cree que este grupo estuvo integrado por 2 mil 500 mujeres, quienes cambiaron la opinión de los jueces de la Nueva España al reconocer su capacidad para dirigir y defender sus posiciones políticas. Este grupo de mujeres resultó ser una arma para conocer las intenciones de Fernando VII, pues eran como espías entre los círculos masculinos. Muchas de ellas fueron ejecutadas, encarceladas, privadas de sus bienes y deportadas por sus actividades.
Gertrudis Bocanegra de Lazo de La Vega, "La Ojos"
María Gertrudis Teodora Bocanegra Lazo Mendoza, mejor conocida como Gertrudis Bocanegra, fue una de las mujeres criollas novohispanas, que apoyó el movimiento insurgente durante la guerra de Independencia. Gertrudis leía con mucho entusiasmo a los principales autores de la Ilustración, por lo que cuando estalló la guerra de independencia se unió sin pensarlo. Ella informaba y pasaba las noticias a los insurgentes en la región de Pátzcuaro y Tacámbaro. En su casa se hacían reuniones nocturnas a las que acudían varias personas que simpatizaban con la independencia. Se comentaban las noticias que se recibían, planeaban la manera de enviar recursos, gente y víveres a los jefes que peleaban en los campos de batalla. Actuó como correo entre los insurgentes de Guanajuato y los de Tierra Caliente de Michoacán hasta que la traición hizo que cayera en las manos del enemigo. Bocanegra elaboraba cigarrillos especiales en aquellas fingidas tertulias, en cuyos papeles escribía los acuerdos y los enviaba a los que luchaban por la patria.
Siguiendo sus ideales sacrificó sus más grandes afectos en aras de la ansiada libertad, dedicó toda su vida y su hacienda a apoyar la causa de Hidalgo y Morelos. Su hijo Manuel y su marido Pedro Lazo de la Vega, sus dos grandes amores murieron luchando contra los realistas, en la Batalla de Puente de Calderón, el 17 de enero de 1811. Con el alma guardando luto y los ideales bien puestos, regresó a su lugar natal, comisionada para organizar, difundir, proveer de víveres, armas y preparar la toma de Pátzcuaro por los rebeldes; organizó una red clandestina para informar a los insurgentes de los movimientos de los militares colonialistas en una gran zona michoacana. Los denunciantes nunca faltan y un empleado doméstico despechado, junto a vecinos simpatizantes de la Corona, que estaban enterados de sus actividades en apoyo a las tropas comandadas por su yerno Gaona, la delataron ante las autoridades virreinales. Fue apresada y sometida a crueles tormentos para que delatara a otros insurrectos, Gertrudis se negó a pesar de los suplicios. Dicen que cuando se encontraba en prisión los españoles trataron de convencerla de abandonar sus ideales, pero ni promesas ni amenazas doblegaron su espíritu”.
Su inquebrantable posición en favor de la Independencia de México y el temor que producía su actitud entre la clase dominante fue el principal motivo para ser condenada a muerte por fusilamiento: La sentencia se cumplió, el 11 de octubre de 1817 en Pátzcuaro Michoacán. Su cadáver fue sepultado en el templo de la Compañía de Jesús, en Michoacán, donde se encuentra hasta la fecha. Bajo el gobierno del presidente Lázaro Cárdenas se levantó una estatua en su memoria en la Plaza principal de Pátzcuaro. Su historia se convirtió en testimonio de la participación de la mujer en el despertar de la nación y ejemplo de heroísmo
Antonia Peña
En 1808 comenzaron a operar una gran variedad de grupos subversivos, los cuales estaban formados mayormente por criollos y mestizos, estos grupos dieron lugar a distintas conspiraciones como la de Valladolid y la de Querétaro, de la que nació el movimiento de independencia de 1810, entre estos grupos había uno llamado “El Águila”, el cual, al parecer, fue el iniciador de las investigaciones del gobierno virreinal. Otro de estos grupos fue Los Guadalupes, al que perteneció Antonia Peña, quien hacía llegar a las fuerzas insurgentes imprentas y sus accesorios, dinero y sobre todo información de lo que pensaban y hacían los realistas. Más tarde fue descubierta por declaración de Francisco Lorenzo de Velasco, pero sin duda su trabajo fue de gran ayuda para los Insurgentes.
Al grupo de los Guadalupes también pertenecieron otras dos mujeres: Margarita Peimbert, quien realizaba acciones afines a las de Antonia y María de la Soledad Leona Camila Vicario Fernández de San Salvador, mejor conocida como Leona Vicario, una de las figuras más destacadas de la Guerra de Independencia de México, quien se dedicó a informar a los insurgentes de todos los movimientos que podían interesarles y que ocurrían en la capital del virreinato, también financió con su fortuna la causa insurgente.
La costeña
“La costeña” quien fue apodada de esta forma por los Insurgentes, fue quien proveía alimento a los insurgentes mientras transcurría la batalla de Cuautla. Éste labor la hacía en medio de las bombas y las granadas, arriesgando su propia vida con tal de ayudar al Ejecito Insurrecto. Hasta la fecha su verdadero nombre se desconoce.
Luisa Martínez
Estuvo encarcelada en tres ocasiones por llevar noticias, víveres y recursos a los insurgentes que participaron en la guerra de Independencia.
En uno de los ángulos del cementerio de la Parroquia de Erongarícuaro, en Pátzcuaro, Michoacán, Luisa Martínez fue fusilada por órdenes de don Pedro Celestino Negrete en 1817. Poco antes de morir dijo a sus verdugos:“¿Por qué tan obstinada persecución contra mí? Tengo derecho de hacer cuanto pueda en favor de mi patria, porque soy mexicana. No creo cometer ninguna falta con mi conducta, sino cumplir con mi deber”
Manuela Herrera
Huérfana de madre, quemó su hacienda para que los realistas no encontraran nada que pudieran utilizar. Alojó a Francisco Javier Mina en el rancho El Venadito donde fue prisionera junto con su ilustre huésped. Perseguida y robada tuvo que vivir en medio de los bosques, desprotegida y hambrienta.
Ana María y Trinidad Ortega
Fueron prisioneras porque se les sorprendió participando en los campos de batalla “con las armas en la mano”, se les otorgó el indulto.
María Fermina Rivera
Fue esposa del coronel insurgente don José María Rivera, a quien acompañaba en los campos de batalla, murió en el Cerro del Chichihualco en 1821, en Guerrero. Tuvo que luchar con hambres terribles, caminos escabrosos, pésimos climas y todos los males que padecieron sus compañeros de armas. Esta mujer tomaba en los combates el fusil de algún herido y seguía sosteniendo el fuego con la misma bravura que el mejor soldado insurgente. Murió en la batalla de Chichihualco, defendiéndose valientemente al lado de don Vicente Guerrero, en febrero de 1821.
Manuela Medina
Llamada “La Capitana”, formó una compañía de independientes. Se encontró en siete acciones de guerra. Luchó con el ejército de Morelos y participó en la toma de Acapulco, Guerrero, en 1813. Murió en 1822 a consecuencia de dos heridas que recibió en un combate y que la tuvieron postrada año y medio en cama.
María Petra Teruel de Velasco
Amiga íntima de doña Leona Vicario. Casada con un regidor realista, no escatimó sacrificios por ayudar en cuanto podía a los insurgentes dándoles dinero e influyendo sobre su esposo para que gestionara su libertad, llegando en ocasiones a facilitar su evasión.
Manuela García de Bustamante
Esposa de Carlos María de Bustamante. Ella era su gran apoyo en las horas difíciles. Fue infatigable colaboradora en los periódicos que aquel historiador, publicó durante la guerra de Independencia con los nombres de “El Juguetillo” y “La Abeja de Chilpancingo”, en Guerrero.
Micaela Montes de Allende
Casada con Domingo Allende, uno de los principales caudillos de la Independencia. Se unió con entusiasmo a la insurrección y acompañó a su esposo a todas sus operaciones de guerra. Cuando la traición de Elizondo en Acatita de Baján, Coahuila, tuvo el dolor de ver asesinar a su hijo Indalecio Allende y de ver caminar al patíbulo a su esposo. Sola y sumida en la desdicha volvió aquella patriota al vacío y solitario hogar.
Rafaela López Aguado
María Josefa Rafaela López Aguado de Rayón, originaria de Michoacán, nació en 1754, provenía de una familia española cuyos orígenes procedían de la Conquista de la Nueva España. Es considerada heroína de la Independencia de México por ser madre de los cinco hermanos López Rayón, quienes combatieron en dicha guerra, destacando el mayor de ellos, el general Ignacio López Rayón como secretario de Hidalgo. Además de acompañar a sus hijos en las campañas que emprendieron por territorio rebelde, ella prefería la muerte de sus hijos antes que verlos rendidos al enemigo. En 1815 el menor de sus hijos, Francisco, fue detenido y condenado a muerte por el ejército realista, con la intención de detener al resto de los hermanos López Rayón, se le ofreció a doña Rafaela el perdón de la vida de Francisco si convencía a sus hijos de deponer las armas, estas ofertas de indulto para salvarle la vida fueron rechazadas. Ella decía” prefiero un hijo muerto, que traidor a la patria”. Francisco Rayón fue pasado por las armas en Ixtlahuaca, estado de México, en diciembre de 1815.
María Josefa Martínez
Fue esposa del insurgente Miguel Montiel, quien fuera asesinado por los realistas. Se vistió con traje de hombre y comandaba un grupo de doce rebeldes, con quienes se enfrentó en varios combates contra los realistas. Fue aprehendida y condenada a prisión perpetua en la Casa de Reclusión de Santa María Egipciaca, en la ciudad de Puebla.
Marcela, madre de los desvalidos
Se llamaba Marcela, pero no se menciona su apellido ni el lugar de su nacimiento. Marcela, según cuenta en una declaración el soldado insurgente Pedro González de Rentería, rendida el año de 1816, en Aguascalientes, era una mujer ya vieja, que se ocupaba como correo de los insurgentes, a quienes llevaba papeles, noticias y encargos desde León, y Silao hasta un punto llamado Puerto Espino, donde tenía su principal cuartel el cabecilla Mateo Franco, de las fuerzas de Ignacio Rayón. Por su importante servicio y a los graves peligros que involucraban sus empresas, los insurgentes la apreciaron y en gratitud a la ayuda a la causa, la llamaron “Madre de los Desvalidos”.
María Luisa Martínez de García Rojas
Fue una heroína insurgente, originaria de Erongarícuaro, Michoacán. Estuvo junto a su marido peleando, hasta que en Michoacán perdieron la batalla y, junto con los hombres, fue hecha prisionera. Sus actividades como habitante de ese pueblo fueron las del comercio, pues, además de la fabricación de jaranas, junto con su esposo tenían una tienda de abarrotes, y se dedicaban al cultivo. Su desempeño dentro de la guerra de Independencia, era la de comunicar a los insurgentes sobre los movimientos de las tropas virreinales, por lo que se la encarceló y se le multó en varias ocasiones. Lamentablemente, su última multa era demasiado alta y al no poder pagarla, fue condenada a ser fusilada en el cementerio del pueblo. Cuando le tocó su turno gritó con todas sus fuerzas: “Como mexicana tengo el derecho de defender a mi patria! Acto seguido, se desplomó abatida por las balas”.
Altagracia Mercado
Altagracia Mercado, también conocida como la “Heroína de Huichapan”, se calcula que nació a finales del siglo XVIII en Huichapan, Hidalgo. fue una militar mexicana que participó activamente en la lucha por la Independencia de México. También se sabe que financió la formación de un batallón que ella misma dirigió y con el cual se integró al bando insurgente durante la lucha por la Independencia. Incluso venció en repetidas ocasiones al ejército realista, siempre, ella y su tropa enfrentaron con valentía al enemigo. Esta imparable mujer, al quedarse en una de las batallas casi sin compañeros de lucha, el comandante que estuvo a punto de eliminarla decidió perdonarle la vida y termina cumpliendo 4 años en presión. El comandante español dijo: “mujeres como ella no deben morir”
Mariana Rodríguez del Toro de Lazarín
Fue una novohispana de ideología liberal que luchó por la Independencia de México y conspiró junto con su esposo contra el gobierno virreinal. Se le atribuye la aprehensión del virrey Francisco Javier Venegas, en cambio de la libertad de Miguel Hidalgo.
Rita Pérez de Moreno
Rita Pérez de Moreno. Originaria de San Juan de los lagos, casada con el insurgente Pedro Moreno, acompañó a su esposo en la campaña de la independencia, estuvo en el sitio del Fuerte del Sombrero. Durante el sitio supo que su hija pequeña era prisionera por el jefe realista Brilanti. Roto el sitio del Fuerte del Sombrero, fue hecha prisionera y conducida a León con sus hijos. Fue hasta lograrse el triunfo de la independencia cuando Rita Pérez regresó a su lugar natal y murió a la edad de 82 años.
María Josefa Marmolejo de Aldama
Hija del alcalde de león, José Francisco Marmolejo. Se distingue por negarse a colaborar con la causa realista junto a las hermanas del cura Hidalgo y otras damas de sociedad. Se ocultaron de la tropa del general Félix María Calleja en San Miguel Allende, y tras ser descubiertas se niegan a informar del paradero de los hombres que marcharon a la lucha. Ella se destaca por su madurez, dignidad y su carácter indomable ante las fuerzas realistas.
Antonia Nava de Catalán
La Generala. Hija predilecta de Tixtla y heroína de la Independencia. Es recordada por presentarse ante el general Nicolás Bravo, con actitud enérgica al lado de numerosas mujeres, para decirle: Venimos porque hemos hallado la manera de ser útiles a nuestra Patria. ¡No podemos pelear, pero podemos servir de alimento! “He aquí nuestros cuerpos que pueden repartirse como ración a los soldados; y dando ejemplo de valor, sacó del cinto un puñal y se lo llevó al pecho”. Su acto generó gran admiración y motivación, ganándose el título de La Generala. Cuando su esposo fue asesinado por los realistas, Morelos la llamó para consolarle y decirle que ese y más sacrificios debían hacerse por la Patria, a lo que la Generala contestó: “No vengo a llorar; no vengo a lamentar la muerte de mi esposo; sé que cumplió con su deber; vengo a traer cuatro hijos; tres que pueden servir como soldados, y otro que está chico será tambor y reemplazará a su padre.
Antonia Nava “La Generala” y Catalina González
Ambas estuvieron dispuestas a sacrificar su cuerpo para alimentar a los soldados hambrientos del general Nicolás Bravo, en la Sierra de Xaliaca o Tlacotepec, en Guerrero, cuando las provisiones se les agotaron. Luis González Obregón relata en su texto: “Heroínas de la Independencia”, que cuando el general mandó eliminar a sus soldados para que comieran los demás, “La Generala” se presentó ante Nicolás Bravo acompañada de varias mujeres y le dijo: “Venimos porque hemos hallado la manera de ser útiles a nuestra patria. ¡No podemos pelear, pero podemos servir de alimento!” “He aquí nuestros cuerpos que pueden repartirse como ración a los soldados” Esta acción hizo que el desaliento abandonara las tropas y se animaran a seguir luchando, por lo que no fue necesario que ellas sirvieran de alimento.
Rosa Jacinta de la Paz
Mujer indígena del Valle del Maíz, se recuerda y reconoce por avisar a los insurgentes de la próxima llegada de las fuerzas realistas, al valle del maíz. Esto aconteció en 1813, y gracias a Rosa Jacinta, la sorpresa preparada por el enemigo, no pudo realizarse. El jefe realista Antonio Elosúa la hizo prisionera el 22 de enero, y se ignora que sucedió con ella posterior a esa fecha.
María Manuela Molina
Esta extraordinaria mujer nacida en Taxco, anduvo en las campañas de Morelos al lado de otras mujeres, se le otorgó el cargo de capitana y logró poner en fuga a los realistas. En un diario de la expedición de Morelos a Acapulco desde Oaxaca, se lee: “llegó doña María Manuela Molina, india natural de Taxco, capitana titulada de la Suprema Junta. Esta mujer comenzó a hacer varios servicios a la nación hasta llegar a acreditarse y levantar su compañía. Luchó en siete batallas
María Francisca, La Fina
No todas las mujeres actuaron de buena fe, veamos esto: En un manifiesto que el Gobierno Provisional Mexicano dirigió a los americanos desde el fuerte de Jaujilla, el 24 de mayo de 1817, se dice acerca de María la Fina, lo siguiente: Vosotros, habitantes de esta Provincia, lo habéis visto (al insurgente indultado Manuel Muñiz) abandonar con escándalo a su propia mujer, deshonrada por los azotes, que en las posaderas se le dieron en la plaza de Tacámbaro, y juntarse con una prostituta. Esta vil embaucadora, llamada vulgar e irónicamente La Fina, ha sido la causa de innumerables de vuestros daños y quebrantos: ella en realidad era el comandante, daba los empleos militares, protegía a los bribones favoritos y disponía a su antojo del fondo nacional: ella se apropió de la hacienda de la Loma y de Chupio, los ranchos de Cirucio y del Quahulote. (Gabriel Armijo, tomo 13, f. 21, Archivo General y Público de la Nación) La Fina parece que antes había sido también favorita del insurgente Marroquín.
María Tomasa Esteves y Salas
Además de ser espía consiguiendo información del ejército realista, se encargaba también de convencer a los soldados realistas de integrarse al ejército insurgente. El propio Agustín de Iturbide reconoció que de no ser por el patriotismo de su tropa “habría sacado mucho fruto por su bella figura”. Fue ejecutada el 9 de agosto de 1814 y su cabeza expuesta en la plaza de Salamanca.
Juana Barrera, María Josefa Anaya y Luisa Vega
Fueron delatadas por el Cabo Ignacio Ibarra y detenidas por el Coronel Ordóñez, quien le informó al virrey Calleja que “franquearon hasta sus propios cuerpos para lograr sus propósitos”. También fueron fusiladas. Si bien solemos relacionar la palabra seducir como el acto de atraer sexualmente a otra persona y, aunque algunas de ellas sí lo hicieron, su principal fin no era carnal, sino político y la extrema dureza del castigo que recibieron, es la muestra del peligro que constituían para los realistas. Así como ellas, son muchas las mujeres que participaron en este y otros episodios de nuestra historia y son afortunadamente cada vez más los historiadores e historiadoras que nos hablan de ellas.
Francisca Marquina de Ocampo
Fue esposa del insurgente Antonio Pineda, fue prisionera de los realistas. Eugenio de Villasana le comunicó desde Taxco al virrey Félix María Calleja, el 12 de marzo de 1814, “enterado de que Prisca Marquina le había acompañado en todas sus correrías, presentándose en algunos puntos con sus charrateras y sable, llena de tanta vanidad y orgullo, que amenazó varias veces a algunos sujetos de ese pueblo; evitando que su difunto esposo se presentase al indulto, como posteriormente se me informó, tenía determinado, en cuya atención dispuse su arresto y conducción a la capital en el día de mañana, para los fines que fuesen del superior agrado de Vuestra Excelencia”.
¡Vivan las mujeres que nos dieron Patria!
Insurgente es aquel que se levanta contra la autoridad, y eso es precisamente lo que eran las mujeres de la Independencia. No sólo llevaron a cabo tareas fundamentales para la liberación del país, sino que al mismo tiempo, se levantaron contra los mandatos de la época, que consignaban a las mujeres al espacio privado, lejos de la vida política del país.
Cada 15 de septiembre, cuando conmemoramos la batalla de la Independencia de México, el sexo masculino predomina en los personajes que participaron en esta heroica batalla y únicamente dos mujeres son mencionadas en esa fecha: Josefa Ortiz de Domínguez y Leona Vicario.
Las mujeres de todos los sectores sociales participaron como espías, mediadoras, guerreras, enfermeras, cocineras etcétera. Mujeres que en el anonimato, dejaron a un lado los prejuicios y el reconocimiento social para unirse a la lucha.
Investigación de Gloria Mojardín, cronista honoraria de San Luis Río Colorado