Antonia es una de las migrantes que en los últimos meses se ha sumado a la estadística de connacionales detenidos en la franja fronteriza entre México y Estados Unidos en su intento por llegar a un lugar seguro del país vecino con el objetivo de empezar una nueva vida.
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Sin embargo, Antonia no huye de la pobreza y la falta de oportunidades por las que actualmente atraviesa su natal Chiapas, sino de la violencia de los grupos armados que sin temor amedrentan a los indígenas al considerarlos vulnerables ante su represión.
“Mucho tiempo fuimos amenazados por los grupos de narcotraficantes, nos decían que debíamos de trabajar para ellos, pero no les hacíamos caso, hasta que un día se metieron con nuestros hijos y no nos quedó de otra, más que escapar, dejar atrás todo y huir”.
“Cuando se meten con tus hijos, pasas a un nivel de vivir con miedo todo el tiempo, todo lo haces con miedo, duermes con miedo, yo ya no podía estar así, pues he visto de lo que los grupos armados son capaces. A mí me han jaloneado y amenazado con una navaja en el cuello”.
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DE FRONTERA EN FRONTERA
En un inicio, ella y su familia llegaron a la ciudad de Tijuana, con la intención de estar un tiempo y después cruzar a Estados Unidos, en el trayecto, ella y su esposo comenzaron a trabajo en una fábrica, ahí recibieron de nuevo la amenaza de quienes los hostigaban en Chiapas, esa vez con la promesa de una venganza por haber huido, aunque no saben cómo se enteraron de su ubicación.
“Lo que hicimos fue cruzarnos rápido pal’ ‘otro lado’, nomás agarramos a nuestros hijos y nos fuimos por California”, en breve fueron retornados a México, donde hasta ahora esperan volver a intentar llegar a Estados Unidos.
En julio, justo el mes en el que Antonia registró su paso ilegal, la cifra de migrantes detenidos por la Patrulla Fronteriza a lo largo de la frontera Norte de Estados Unidos llegó a su pico más alto, al menos de los últimos 3 años a la fecha, con casi 200 mil detenidos, en su mayoría mexicanos del centro y Sur de la República.
Antonia y su familia huyen de los grupos armados en Chiapas, que los obligan a trabajar para ellos como distribuidores de sustancias ilícitas
En julio la cifra de migrantes detenidos llegó a su pico más alto, al menos de los últimos 3 años a la fecha, con casi 200 mil detenidos