Al término del 2020, San Luis Río Colorado protagonizó las estadísticas estatales en cuanto a violencia de género y en el rubro de violencia de pareja se contabilizaron 2 mil 411 incidencias, mismas que fueron reportadas al 911 entre enero y diciembre del año pasado, quedando en el segundo lugar en casos, ante los 4 mil 918 de Hermosillo.
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Lo anterior, de acuerdo al reporte anual del Observatorio Sonora por la Seguridad, agrupación ciudadana avalada por Seguridad Pública Estatal, en el que se destacó que 923 trascendieron como incidencias de violencia en contra de la mujer.
Al respecto, la psicóloga Laura Álvarez mencionó que hay ciertos indicadores que pueden aclarar si se trata de violencia física o psicológica, además de que lo mejor que tanto la víctima como el agresor pueden hacer es aceptar que necesitan ayuda para cambiar.
Además, con la próxima celebración del “Día del Amor y la Amistad”, la terapeuta explicó que las personas agredidas, sean hombres o mujeres, deben evitar caer en el ciclo de la violencia denominado “luna de miel”, en el que los victimarios suelen mostrar su lado amable para pedir perdón mediante obsequios y detalles temporales.
“Cada 14 de febrero, quienes sufren violencia podrían pasarla muy bien, pues siempre hay un mini cambio en el agresor, quien hace que el día sea agradable, para pedir perdón y que todo sea dulzura en la relación, pero se da que en ese mismo rato o al día siguiente se presenta nuevamente con actos de violencia. Hay que estar atentos”, mencionó y dijo que en caso de tentativa de golpes, evitar a toda costa acorralarse en casa y salir a la vía pública para llamar al 911.
“Unos indicadores para saber si es necesario pedir ayuda es que la pareja empieza a controlar las salidas de uno, así como las llamadas o forma de vestirse; también, comienza con empujones o se dirige con groserías, faltando constantemente al respeto. Algunos hasta forzan las relaciones sexuales o se burlan del cuerpo del otro”, dijo Álvarez y agregó que al detectar estas situaciones lo más viable es pedir apoyo.
“En el caso de la mujer, cuando ya se sientan incómodas y que no puedan hablar con ellos, hay que buscar ayuda, sobre todo si hay drogas o alcohol de por medio. Lo mejor es no sentir vergüenza. Los agresores también pueden cambiar, controlar su ira y enojo es posible, pero es cuestión de que quiera trabajar en ello”.