Bernardo Sesteaga Yescas llegó a esta frontera, procedente de Sáric, Sonora, cuando era un niño, hace 78 años, acompañado de sus padres y hermanos quienes que se asentaron en la colonia Cuauhtémoc para ser testigos del desarrollo y crecimiento de esta ciudad que “los atrapó”.
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Fue en 1942 cuando los Sesteaga Yescas se establecieron en esta frontera, a donde vinieron porque el jefe de la familia, el señor Ramón, consiguió un trabajo como veterinario en el valle.
“Mi papá fue agricultor y veterinario, por eso nos venimos a San Luis. En aquel tiempo no había médico que atendiera a los animales que tenían los ganaderos de aquí y pues ya no nos regresamos a Sáric”, expuso.
Al llegar a esta ciudad, el padre y la madre de Bernardo construyeron una casa de adobe en la Carretera del Valle y avenida Revolución, la cual aún conservan. Además de otra que estuvo ubicada en el ejido Lagunitas.
Bernardo contó que conoció esta ciudad cuando tenía 6 años de edad. “Recuerdo muy bien ese momento. Las cosas han cambiado mucho con el paso del tiempo. San Luis ha crecido mucho”.
En los años 40´s y 50´s la mancha urbana comprendía de la avenida Revolución a la Carlos G. Calles (Internacional) y de la Carretera del Valle a la calle Tercera, refirió Bernardo Sesteaga.
“En 1955 en la calle Tercera y Revolución estaba el basurero, el ´dompe´. Hasta ahí llegaba la ciudad. También había algunas vacas que yo cuidaba. Yo sabía cuidarlas porque en el rancho mi papá tenía vacas y chivas”, dijo.
CRUZÓ EL RÍO COLORADO EN PANGA
“Antes no había calles pavimentadas, ni tantos carros. Los niños salían a jugar a las calles. Nos divertíamos con cualquier cosa. Íbamos a bañarnos al río y a veces pescábamos”, externó.
“La ciudad era chica, pero a pesar de eso nos la pasábamos bien. Buscábamos qué hacer. Por ejemplo, los domingos íbamos al cine. Estaba el cine Maya. Me gustaba ir a los domingos de matiné”, agregó el entrevistado.
“Me tocó cruzar el Río Colorado en panga. No había puente. En pangas cruzaba la gente hacia Baja California y otros de allá para acá, para Sonora. Cruzaban camiones con pasajeros y camiones cargados de algodón y trigo”, señaló.
Bernardo vivió una infancia feliz al lado de sus padres y 6 hermanos, pues tuvo la oportunidad de disfrutar de las cosas bonitas de la vida como jugar y divertirse en las calles tranquilas y de visitar casi a diario la casa que tenían en “Lagunitas”.
“A ´Lagunitas´ nos íbamos toda la familia en un carro que tenía mi papá. Era de los años 20´s, parecido a los de cuerda, pero éstos ya eran de gasolina”, detalló mientras simulaba con sus manos dar cuerda a un auto.
“En el rancho, la gente acostumbraba a matar una vaca por semana. Se turnaban. Cada que alguien mataba una, compartía la carne con los demás. Era carne muy buena porque las vacas eran alimentadas de forma natural y no como ahora que les dan muchos químicos”, mencionó.
En el transcurso de su vida, Bernardo Sesteaga ha tenido diversos empleos, entre éstos el de formador y prensista de los periódicos en los años 60 ´s, en Prensa del Noroeste, El Heraldo, Extra y Regional, en los cuales, en algunas ocasiones le brindaron la oportunidad de cubrir al reportero de la fuente policiaca, una experiencia inolvidable para él.
Ahora que ya está jubilado, a manera de distracción, vende refrescos, dulces y papas fritas en el domicilio donde creció, la colonia Cuauhtémoc.