La mayor ilusión de Celestino es trabajar en el “otro lado”

El salario que obtenía Cortés al trabajar como jornalero agrícola en Guerrero solo alcanzaba para comer maíz y frijol y en ocasiones, refirió, ni eso. De ahí busca ir a Estados Unidos

Gloria Negrete | Tribuna de San Luis

  · domingo 23 de febrero de 2020

En “Divina Providencia” los niños pasan los días jugando/ Alonso Moreno | Tribuna de San Luis

Al considerar que en México no hay oportunidades de progreso económico para las personas analfabetas, hace 5 meses Celestino Cortés Guerrero emprendió un viaje desde el Sur del país hacia el Norte acompañado por su esposa y cinco hijos, con la ilusión de llegar a Estados Unidos para trabajar.

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El padre de familia de 38 años platicó que es originario de Guerrero, entidad federativa de la que es la primera vez que sale, desesperado porque no hay trabajo y cuando lograba acomodarse en uno, el salario que percibía era bajo.

En Yuma se detectan a traficantes de 15, 16 y 17 años / @USBPChief


“Yo nunca fui a la escuela. No sé leer ni escribir y por eso nunca he tenido un trabajo en el que la paga sea buena. Allá (en Guerrero) trabajaba en la siembra de maíz. Me pagaban 50 pesos diarios o a veces 100, depende del trabajo que hubiera”.

Habla poco español, pues domina con mayor facilidad el mixteco, mientras su esposa solo se comunica en este dialecto al igual que sus cinco hijos de 12, 10, 8 y 5 años y el menor de 10 meses.

Aunque no pagaban renta, el salario que obtenía Celestino solo alcanzaba para comer maíz y frijol y en ocasiones, según refirió, ni eso.

La vivienda que habitaba esta familia era un cuarto construido con desechos de madera, cartón y ramas de árbol. En esa habitación dormían todos sus integrantes y la cocina era un fogón al exterior.



Algunas familias tienen meses en la Casa del Migrante esperando ser atendidas por autoridades migratorias de Estados Unidos para solicitar asilo humanitario / Alonso Moreno



CONFÍA EN LLEGAR A ESTADOS UNIDOS

El tener familiares residiendo en Estados Unidos llevó a Celestino y a su esposa a tomar la decisión de emprender el viaje al Norte, con la esperanza que autoridades migratorias les otorguen permiso para residir legalmente en esa nación a través del trámite de asilo humanitario.

Al arribar a este municipio, él y su familia se anotaron en la lista de gente que busca asilo humanitario en el vecino país. Mientras, consiguió un empleo en el valle sanluisino en la cosecha de betabel, lo cual le permitió pagar la renta de un cuarto durante varios meses, pero el 19 de febrero optó por acudir con su familia a la Casa del Migrante “Divina Providencia”, donde hasta ahora permanecen.

“Aquí no me va tan mal, gano 210 pesos por día, el doble de lo que ganaba en Guerrero. Voy a seguir trabajando el tiempo que esté en este lugar, aunque lo que más quiero es que nos dejen ir allá (a Estados Unidos)”.


Los menores que acompañan a sus padres a esta frontera, provenientes del Sur, dejan de ir a la escuela / Alonso Moreno