Con determinación y esfuerzo propio, Luis Valenzuela le ha quedado claro que su lugar no está frente a un monitor o en las calles cayendo en el ocio, sino en su propia casa emprendiendo un proyecto, pues buscaba la manera de aprovechar al máximo su tiempo libre en las vacaciones de Semana Santa, percatandose de la gran oportunidad que sería la venta de raspados, con lo cual inició un éxito inesperado para él.
Estudiante de la escuela secundaria técnica No. 4 en el turno matutino y aprendiz de karate por las tardes, Luis, de tan sólo 13 años de edad, ha logrado en menos de dos semanas superar sus expectativas, recibiendo el apoyo de innumerables personas que se han percatado de su iniciativa por buscar una mejor calidad de vida y salir adelante, siendo considerado un ejemplo para los sanluisinos, dándose el tiempo suficiente entre sus responsabilidades para echar andar su negocio, ubicado en la Avenida San Felipe y callejón San José, de la colonia Aeropuerto.
“Quise empezar a hacer esto cuando salí de vacaciones de mi escuela. En lugar de estar en mi casa 'ahí nomás', sin hacer nada. Preferí venir a trabajar” compartió Luis, agregando que él comienza a vender desde las 12:30 horas hasta las 18:00 horas, jornada laboral que le permite disponer de tiempo para ir a sus prácticas de karate.
Raspados de mieles sabor vainilla, piña, tamarindo, ciruela y limón, con precios de 10, 15 y 20 pesos, así como aguas frescas de horchata y Jamaica, además de cócteles de jugo de tomate preparados con camarón, frituras, pepinos y apios preparados, son parte de la oferta que el emprendedor ofrece a sus clientes.
“Mucha gente me está diciendo que soy un ejemplo para los jóvenes. Yo quiero decirle que, de andar en la calle, nomás así, es mejor hacer algo de provecho”
Luis Valenzuela, jóven emprendedor
FAMILIA EN EQUIPO
El joven empresario destacó que son su papá, Luis Valenzuela, y su abuela, Manuela Valdez, quienes más lo han apoyado en esta idea, además de su tía Náydelin, de 16 años de edad, y su pequeña hermana, Aylín.
“Me siento muy orgullosa, porque él paga sus estudios y va al karate también, lo cual también paga con este apoyo que le está dando toda la gente. Han venido muchos a comprarle sus raspados. Estoy orgullosa de ser su abuela”, compartió Manuela, quien narró que “él ya quería hacer esto desde hace mucho, pero no había el tiempo ni el modo, aunque ya después empezamos y gracias a Dios ahí está funcionando la venta de los raspados.”
En representación de la familia de Luis, su abuela destacó: “Nosotros pensamos que está bien lo que mi nieto hace, porque no queremos que ande en la calle, que se dedique a la escuela y luego al karate, que es lo que le gusta a él, y pues así con un trabajo cerca de la casa. Más adelante, queremos ponerlo ahí en la casa, pero que se ubique aquí primero, y ya luego lo ponemos ahí en la casa una casetita. Es el futuro que queremos para él.”
Respecto a los posibles retos u obstáculos a enfrentarse en este proyecto, Manuela dijo que “no hemos tenido ningún problema, solo que antes estábamos en la otra esquina, pero la dueña nos dijo que ella ocuparía ese espacio porque también vendería, pero Luisito le pidió permiso al vecino de esta esquina, y sí se lo dio, pero la verdad no hemos tenido ningún problema.”
“Yo sé que es menor de edad, que él no debería de trabajar, pero él se pone después de la escuela. Ahora está de vacaciones, se pone temprano, pero después de la escuela él hace tarea y se pone a vender el rato que le quede libre en la tarde nada más, pero él sigue estudiando. La gente que quiere trabajar puede hacerlo. Que no ande en la calle agarrando vicios y malas costumbres. Sí se puede, el niño está demostrando que él puede, que él quiere salir adelante sin andar en la calle.” finalizó la orgullosa abuela de Luisito.
7 días a la semana son los que Luis labora para vender raspados, bebidas y botana
30 raspados son los ha llegado a vender el joven emprendedor cuando es fin de semana
6 horas son las utilizadas para desarrollar su negocio y estudiar al mismo tiempo