El cruzar hacia Estados Unidos, sin documentos migratorios, atravesando el desierto de Altar, ha sido una de las experiencias más traumáticas que ha vivido el señor José Manuel, pues al emprender esta peligrosa acción, en agosto con temperaturas cercanas a los 50 grados centígrados, casi pierde la vida.
Aunque José Manuel prefirió no proporcionar sus apellidos para mantenerse en el anonimato; sí compartió con Tribuna de San Luis la difícil situación a la que se enfrentó al cruzar ilegalmente hacia “el otro lado” de la frontera; con la finalidad de advertir a los migrantes sobre los riesgos a los que podrían enfrentarse si lo intentan.
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Entrevistado en un albergue para migrantes de esta ciudad, José Manuel, de 61 años de edad, narró que es originario de Caborca, Sonora, pero ha residido en diferentes municipios de la región.
Recordó que en su adolescencia empezó a trabajar en el campo en el valle de Caborca, en donde estuvo manejando un tractor, barbechando la tierra y levantando la cosecha de uvas.
José Manuel considera que para las personas que no cuentan con un título universitario, las oportunidades de trabajo son limitadas. “Yo no tengo estudios, por eso he tenido que trabajar en el campo, también fui mesero y descargaba frutas y verduras de un tráiler”.
Platicó que cuando era joven tomó la decisión de salir de Caborca en busca de mejores oportunidades de trabajo en la frontera, ya que tenía la idea de ir a Estados Unidos, deslumbrado por el llamado “sueño americano”.
“Sí crucé al otro lado, pero luego luego me echaron pa´fuera. La primera vez que crucé tenía 27 años y me agarró la migra. Dos veces he intentado. Mira, la primera vez me agarraron en cuanto crucé, ahí en un campo que se llamaba La Blanca”.
Agregó: “La segunda vez estuvo peor. Casi me muero en medio del desierto. Cruzamos varias personas que éramos de Caborca. Fue en agosto, en pleno calorón. Llevábamos un poco de comida y agua, pero el agua se nos acabó bien pronto. Duramos cuatro días en el desierto. Imagínate, sin agua. Casi nos morimos”.
José Manuel externó: “Yo me acuerdo de que empecé a ver espejismos, por la sed y desesperación que tenía. Caminamos por varios días, como cuatro, y llegamos a Yuma, pero ahí nos agarró otra vez la migra”.
Comentó que, aunque este hecho aconteció hace 34 años, no lo ha podido borrar de su memoria, debido a que fue un momento sumamente complicado para él y para el grupo de personas que lo acompañaban.
Hoy en día, el señor José Manuel se dedica a vender dulces en las calles de San Luis Río Colorado, lo cual le ayuda a obtener recursos económicos para cubrir sus gastos. Además, hizo referencia de que a diario lucha por no volver al mundo de las adicciones a las drogas en el que estuvo inmerso por algunos años, pero por fortuna, desde hace un tiempo se “mantiene limpio” y no las utiliza.
Para finalizar, sugirió a las personas que estén pensando cruzar ilegalmente a Estados Unidos, que busquen otras alternativas para que eviten poner en riesgo su vida.