El 1 de octubre es el Día Internacional de la Hepatitis C, una celebración que nació debido principalmente a que en el mundo existen más de 170 millones de personas que la padecen, lo que la convierte en el virus más común de hepatitis que se puede transmitir y contagiar, si no se conoce su padecimiento o no se toma el tratamiento adecuado.
Las hepatitis víricas se pueden prevenir, tratar y, en el caso de la hepatitis C, curar. Sin embargo, en todo el mundo más del 80% de las personas con hepatitis carecen de servicios de prevención, detección y tratamiento.
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En México el Seguro Popular se transformó en el Instituto Nacional de Bienestar para la Salud, con el objetivo de brindar a toda la población sin seguridad social, servicios médicos y atención gratuita para la atención de todos los padecimientos, incluidos los diferentes tipos de hepatitis.
En este sentido, la directora del Centro de Salud Urbano de la Secretaría de Salud de Sonora de esta ciudad, Leticia Sánchez, informó que en esta unidad médica que se localiza en la avenida Guerrero y calle 32, se realizan pruebas rápidas de sangre para detectar hepatitis C, a través de la consulta con el médico general quien, de ser necesario, envía al paciente al área de epidemiología y posteriormente a valoración al Centro Ambulatorio para la Prevención y Atención en SIDA e Infecciones de Transmisión Sexual (CAPACITS).
Se considera que la principal razón por la que el virus de la hepatitis C se encuentra tan diseminado por el mundo, es que este se puede contagiar por medio de relaciones sexuales sin protección, por inyectarse alguna sustancia en el cuerpo con una jeringa, por tratar una herida o hemorragia teniendo un corte en el cuerpo o incluso, realizándose un tatuaje o tratamiento estético en un lugar poco adecuado.
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Los síntomas de la hepatitis C son: orina de color amarillo oscuro, heces con color gris claro o blanco, fatiga crónica, ictericia (color amarillento de piel y ojos), dolor abdominal, falta de apetito, fiebre y vómito. A diferencia de las hepatitis A y B, la C puede pasar desapercibida por meses o años, lo cual provoca que el virus genere serios daños al hígado, al grado de desarrollar cirrosis o cáncer.
