Hace un mes una joven madre de familia, originaria de Honduras, tomó una de las decisiones más difíciles a las que se ha enfrentado en su vida, la de emprender un viaje rumbo a Estados Unidos, cargando en brazos a su hijo de 10 meses, con muy poco dinero y sin saber realmente lo que le depara el destino.
Bessi, de 20 años de edad, residía en Tegucigalpa, Honduras, de donde, según indicó, tuvo que salir debido a que, por las pocas oportunidades de trabajo que existen, se vive una situación económica complicada.
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Platicó que en Honduras se dedicaba a vender tortillas de maíz en la calle, las cuales preparaba su mamá. Sin embargo, el dinero que obtenía no era suficiente para cubrir los gastos del hogar.
“Era muy poco el dinero que se ganaba de las tortillas. Había veces en que no tenía ni para darle de comer a mi niño, no tenía dinero para la leche y los pañales. Llegué a ponerle pedazos de tela en lugar de pañales”, dijo la migrante hondureña.
Animarse a dejar lo poco o mucho que poseía en Honduras, no fue tarea fácil para la madre de familia pues, aunque tiene claro que desea llegar a Estados Unidos para trabajar y darle una mejor calidad de vida a su hijo; en el momento de tomar la decisión de salir de su país de origen, la invadió el miedo y la ansiedad porque está consciente que no será sencillo.
Platicó que partió de Tegucigalpa en autobús, pero a los pocos kilómetros del punto de salida, se quedó sin dinero por lo que tuvo que pedir “raite” y así se trasladó por todo México hasta llegar, hace una semana, a la frontera norte, específicamente a la ciudad de San Luis Río Colorado, Sonora, donde espera la oportunidad de cruzar a Estados Unidos.
“Todo lo que he recorrido ha sido gracias a los aventones que me da la gente. Pido ´raite´ a los carros. Claro que me da miedo, pero no me queda de otra. He sufrido mucho. He dormido en la calle con mi hijo y hay días en que no comemos. La gente me ayuda, pero hay veces que no consigo nada”, externó.
Recordó que en el estado de Querétaro conoció a una señora que le ofreció hospedaje en su casa por unos días, por lo cual tenía contemplado permanecer en ese lugar por un par de semanas para trabajar y obtener dinero que le permitiera seguir el viaje a la frontera. Sin embargo, tuvo que salir huyendo de ahí porque el esposo de la señora empezó a maltratar físicamente a su bebé.
SE ENTREGÓ A MIGRACIÓN
Durante el viaje hacia la frontera, la madre de familia conoció a un grupo de personas con quienes cruzó la línea divisoria entre ambos países, por la zona desértica, caminando por 5 horas hasta que ella, agitada por el intenso calor, se rindió y se entregó a los agentes de migración que llegaron al punto donde se localizaban los migrantes a los que se unió la hondureña quien fue deportada por San Luis Río Colorado donde permanece en la Casa del Migrante Divina Providencia mientras decide si continúa su camino a Estados Unidos o regresa a Honduras.
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“En Honduras se quedó mi mamá. Está muy triste porque me vine, pero me dice que es decisión mía. La extraño mucho”, concluyó Bessi con un tono de voz que refleja aflicción.