Es prácticamente nulo el posible impacto ecológico durante la pesca de la curvina, cuya temporada comienza a fines de mes o principios de marzo, pero siempre y cuando cumplan con los requerimientos que dictó el gobierno federal a fines del año pasado.
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La ecóloga Martha Román, informó que, para evitar problemas, deben de usar los artes de pesca autorizados por la federación, aunque ya anunciaron los pescadores que usarán los artes que ya tienen, por lo que habría que evaluar si tendrá impacto o no.
“Lo que los ribereños tienen de ventaja es que la curvina no es necesariamente de exportación, ya que el 90 o el 99 por ciento de la captura está destinada al mercado nacional, no es producto de exportación importante como el camarón”.
Agregó que esta pesquería es parte fundamental para reactivar la economía del Golfo de Santa Clara, muy golpeada por el embargo y la veda, además de la pandemia provocada por el Covid-19.
Expresó que para tener una pesca sustenta y que no perjudique al medio ambiente, es seguir las recomendaciones que hace la autoridad con respecto a la curvina, principalmente respetar la “luz de malla” (o la abertura de la red), aunque en este año se tiene que modificar su red, así como respetar los topes de cuota.
“Algo muy importante y que es fundamental para esta pesca, es hacer el trabajo fuera de la zona núcleo, que se creó para preservar las especies y que no caigan en peligro de extinción.
Hace unos días, se dio a conocer la cuota anual de esta pesquería, que son 6.6 toneladas por panga, para los 435 permisos de pesca que hay en el poblado.
Cabe señalar que la temporada de curvina en el Golfo de Santa Clara comienza a fines de mes o bien, a principios de marzo, por lo que los pescadores ya preparan sus embarcaciones para dar inicio a la misma.