Naktarios Stamatiu Cuadra es un joven empresario restaurantero de esta ciudad que tuvo un verano complicado, al ser víctima del Covid-19, fueron semanas de mucha angustia, sufrimiento y desesperación, en las cuales no veía en fin y pensó que perdería la vida, afortunadamente no fue así, ya que tuvo que invertir 70 mil pesos en tratarse la enfermedad.
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Dijo que muy posiblemente contrajo el virus en un convivio con amigos en una cena, y uno de sus amigos le dijo que se iba a hacer la prueba, porque su hermano tiene el virus, poco tiempo después, le confirma que salió positivo.
“Al principio, yo me asusté, te empiezas a sugestionar; le comenté a mi esposa que lo más seguro es que era positivo, así que me compré todas las medicinas preventivas para el Covid, sin estar 100 por ciento seguro de que lo tenía; empecé a tomarme las medicinas sin que lo trajera, eso fue un sábado en junio”.
Agregó que días después, comenzó a sentir una calentura muy rara, cinco minutos de mucho frio y otros de calor, fue a hacerse la prueba, pero ya iba sin olfato, dolor de ojos, de cabeza; en la noche del jueves le confirman que tiene la enfermedad.
Expresó que, en los días siguientes, comenzó a empeorar su salud, y fue a varios hospitales privados de la ciudad, y ninguno “agarraba” pacientes Covid, por lo que tuvo la necesidad de ir hasta Mexicali, pero tampoco encontró sitio en los nosocomios de la vecina ciudad.
Comentó que su esposa le llamó, diciéndole que consiguió una cita con la doctora Sissy Muro, y que fuera haciéndose de un tanque de oxígeno, el cual se lo llevaron a su casa.
Lo más fuerte
“Esa noche, comenzó lo más fuerte, se me bajó la oxigenación, tuve unas temperaturas muy fuertes; tenía que estar con oxígeno día y noche, tuve que tener un tanque diario, cada día me lo estaban cambiando”.
Dijo que pensó que sus días habían acabado, se despertó a las 5:00 de la mañana queriendo respirar hondo y no podía.
“Entré al baño, y me ví en el espejo, los ojos hundidos, la boca blanca, la piel verde o amarilla, y pensé que ya era todo; empecé a toser, y no podía tomar aire para seguir tosiendo, como que se me abrió algo y me lavé la cara, regresé a dormir, estuve 24 horas sin poder dormir, porque me daba temor hacerlo”.
Mencionó que, de ese momento, comenzó a notar una cierta mejoría en oxigenación, también recibió un tratamiento biológico.
“Hubo mejoría en la oxigenación, pero hubo una baja en las pulsaciones por minuto; estuve encerrado un mes desde que medio la enfermedad, hasta que dejé de tenerla”.