Empleados de gobierno muestran insensibilidad ante mujeres maltratadas

La falta de empatía con las mujeres violentadas que muestran algunos empleados de gobierno, las desanima y las pone en riesgo de ser víctimas de feminicidio

Gloria Negrete

  · miércoles 20 de marzo de 2019

La mujer que no recibe apoyo en las instancias de gobierno para detener la violencia que sufre por parte de su pareja, corre el riesgo de ser víctima de feminicidio / Cortesía

Aunado a la difícil situación por la que atraviesa una mujer que sufre violencia dentro de su hogar y a lo complicado que resulta atreverse a denunciar al agresor, las féminas tienen que soportar la insensibilidad con que son tratadas, en ocasiones, por los empleados de instancias de gobierno que están, se supone, para ayudarlas.

María “N” es una mujer que durante 22 años de su vida ha sido víctima de violencia física, emocional y económica por parte de quien ahora es su ex marido, y ha palpado la insensibilidad de los empleados de gobierno que lejos de apoyarla, han generado en ella desánimo por denunciar los constantes abusos que sufre.

Con moretones visibles en su cara, ocasionados por su ex pareja, María expuso inconformidad debido a que en las oficinas de la Agencia del Ministerio Público del Fuero Común (AMPFC) y en el sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) municipal no la han atendido al acudir a denunciar violencia intrafamiliar.

Cortesía

Dijo que en el DIF le recomendaron que se presentara en el Ministerio Público para hacer la denuncia correspondiente y al asistir a ese lugar solo la han traído en vueltas y nada se ha resuelto en torno a la petición de orden de restricción que desea efectuar para lograr que su ex esposo no se le acerque.

Lamentó que al llegar a la AMPFC deba permanecer varias horas esperando para ser atendida mientras observa, sentada, a los empleados platicando de las actividades que realizaron el fin de semana y de los lujos que tienen en casa, sin tomar en cuenta los sentimientos de miedo, ansiedad, tristeza y depresión que en ese momento invaden a las víctimas para quienes no es fácil animarse a pedir auxilio y denunciar al agresor.

La mujer considera, ante la falta de empatía de los trabajadores de gobierno, que es mejor quedarse en casa e invertir el dinero que gasta en el pago de “peseras” para trasladarse de una oficina a otra, en la compra de alimentos para sus hijos, “esperando, Dios no quiera, a que al agresor se le pase la mano y cometa un feminicidio que pudo ser evitado si a la mujer le hubieran tendido la mano a tiempo”.