Hace un mes, una joven guatemalteca de 22 años de edad salió de su país de origen con la esperanza de llegar a Estados Unidos para trabajar y ofrecer una mejor calidad de vida al hijo que espera y a dos hermanos menores que se quedaron en Guatemala.
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Lo anterior, tras huir de las amenazas y extorsiones de grupos de pandilleros y de la extrema pobreza en la que está inmersa su familia.
Mayra tuvo que enfrentar el miedo de emprender un viaje hacia lo desconocido, pues jamás había salido del pueblo en el que residía en Guatemala, pero al ver a sus hermanos de 11 y 14 años llorar de hambre, tomó impulso para iniciar la travesía en la que busca cruzar la línea divisoria entre México y Estados Unidos pues ha escuchado que allá, en el otro lado, la gente vive bien y hay oportunidades de trabajo para los migrantes.
Mayra no concluyó la escuela primaria, se quedó a medias en sexto grado, por eso desde niña empezó a trabajar como empleada doméstica y hacía comida para vender, pues tenía que apoyar a sus padres quienes recientemente fallecieron.
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A raíz de la muerte de sus padres, Mayra se hizo cargo de sus hermanos menores. “Hace dos años murió mi mamá y a partir de ahí nos quedamos solos. Nos fuimos a vivir a casa de mis abuelitos, pero ellos ya están muy mayores, son muy pobres”.
En Guatemala, ya instalada en la casa de sus abuelos, Mayra preparaba tamales y otras comidas para vender, sin embargo, el poco dinero que ganaba se lo quitaban los miembros de pandillas quienes la amenazaban con matarla a ella y a sus hermanos si no les entregaba la cantidad que le pedían.
Al lograr llegar hasta la frontera norte de México, Mayra intentó cruzar al vecino país sin documentos migratorios junto con un grupo de migrantes que conoció en el camino, pero al estar en territorio estadounidense comenzó a sentir un dolor insoportable en la cintura y otros malestares físicos, por lo que optó por entregarse a las autoridades de migración de esa nación quienes la deportaron y ahora se encuentra en San Luis Río Colorado, albergada en la Casa del Migrante en donde le brindaron atención médica porque presentaba amenaza de aborto.
Y aunque externó sentirse sola y desamparada, resaltó: “Quiero volver a intentar ir a Estados Unidos, voy a pedir asilo político. Tengo Fe en Dios en que pronto voy a estar allá, trabajando. Podré tener a mi hijo y mandaré traer hasta acá a mis hermanitos que tanto extraño”.