Durante este tiempo de pandemia se percibe un incremento en la adicción a los videojuegos en niños y adolescentes debido al tiempo de ocio que han pasado por la contención social, sin embargo, los padres de familia deben tomar en cuenta que es momento de reintegrarlos a actividades recreativas y de limitar las horas que pasan frente a los dispositivos electrónicos.
La psicóloga Dolores Hernández, integrante de la Asociación de Profesionales de la Psicología de San Luis, comentó que la falta de interacción social y que los papás están, prácticamente, todo el día trabajando, provoca que los menores opten por distraerse con juegos de video que, en ocasiones, no son aptos para su edad.
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Además, algunos papás y mamás utilizan los teléfonos celulares, las “tablets” y la televisión como una especie de “niñera” y los ponen al alcance de sus hijos desde temprana edad, incluso, desde antes que empiecen a caminar y a hablar.
Generan ansiedad
La psicóloga refirió que la adicción a los videojuegos como cualquier otra adicción genera ansiedad en el jugador, pues en el afán de ganar al contrincante se genera esta situación.
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La sugerencia es buscar otras alternativas de distracción y entretenimiento para los hijos, por ejemplo, actividades al aire libre, visitas al parque y la inscripción a cursos presenciales de arte, cultura y deportes, según sea el interés del niño, adolescente o joven ya que eso les ayudará a socializar y a recobrar la salud mental.
Es importante, señaló Dolores Hernández, que si van a permitir el uso de videojuegos, los papás verifiquen a qué tipo de juegos están accesando sus hijos y si son acordes a su edad pues lo ideal es que sean educativos, sin violencia.
Se recomienda a los padres que expliquen a sus hijos la diferencia entre la realidad y la fantasía que se maneja en los videojuegos para evitar en ellos, conductas agresivas.
Consideró que, en sí, los videojuegos no son del todo malos, pero sí es importante limitar su uso, el tiempo que los utilizan y el tipo de juegos. “Los videojuegos fueron creados hace muchos años, los han jugado muchas generaciones. Aquí lo importante es limitar su uso y dejar jugar a nuestros hijos como un premio a algo que realizaron, es decir, como un estímulo o recompensa a una tarea o acción que hayan realizado”, externó Dolores Hernández.