Hace alrededor de 25 años cuando gobernaba México, Carlos Salinas de Gortari, se puso de moda el chupacabras, un animal con características anormales que algunos aseguran haber visto en diversos países, incluso, en esta ciudad.
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Se desconoce, a la fecha, si el chupacabras realmente existió o solo se trata de una leyenda urbana surgida en la mente de una persona con mucha imaginación, que bien podría filmar una película de horror basada en este personaje.
En el libro “Historias y narraciones del viejo San Luis Río Colorado. Un puente a nuestro pasado”, el escritor Ramón Noriega Rascón mencionó se decía que el chupacabras tenía cara de animal carnívoro y dos patas con garras, el cual se desplazaba como un humano para matar y chupar la sangre de todo tipo de animales, aunque su fuerte era atacar a las cabras.
NIÑO LE TEMÍA AL CHUPACABRAS
El escritor indicó que una ocasión platicó con un vecino de la avenida Félix Contreras y calle 13, quien le contó que cuando era niño estaba en boga el tema del chupacabras y la gente tenía miedo de salir de sus casas en las noches porque temían se les apareciera.
También en ese tiempo, a mediados de la década de los 90, las personas encerraban muy bien a sus animales, especialmente, a las gallinas, vacas y cabras porque se rumoraba que el chupacabras buscaba este tipo de animales para matarlos y extraerles la sangre.
El vecino de Ramón Noriega en la charla le externó que un día, su mamá lo mandó a la tienda de la esquina a comprar café en la noche y aunque se negó a ir porque tenía miedo al chupacabras, tuvo que obedecer la orden recibida.
Fue así, que aquel niño salió de su casa rumbo al negocio de abarrotes, volteando a todas partes se encaminó poniendo todos sus sentidos en la penumbra, cuando de pronto al acercarse a la tienda notó horrorizado una sombra moviéndose en la oscuridad y escuchó ruidos extraños que le causaron mucho pavor, pero siguió adelante porque era muy valiente.
El menor trató de tranquilizarse ante aquel acontecimiento en el cual se imaginaba que estaba cerca de ver al chupacabras en su colonia, pues tanto decían en televisión que se aparecía en todos lados que creyó podría suceder en esta frontera.
En ese momento, el corazón del niño latía a mil por hora por lo asustado que estaba, cuando de pronto se cruzó en su camino un hombre que salió de entre las cajas de envases de cerveza de la tienda ya que pretendía robarse algunas de estas bebidas. Fue ahí, cuando se dio cuenta que no se trataba del chupacabras sino del “chupacaguas”, concluyó el escritor.