A Silvia Viveros Mosqueda no hay nada que la detenga ni desanime para compartir un poco de lo que tiene con los más necesitados, pues, aunque en este tiempo de pandemia suspendió la atención presencial en el comedor comunitario que instaló en su casa, se dio a la tarea de llevar comida recién hecha a los domicilios de decenas de niños y niñas que acudían a diario.
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Hace 10 años, Silvia Viveros viendo las carencias de algunas familias residentes de la colonia Reforma decidió cocinar todos los días para apoyarlas, principalmente, a los niños y niñas que pasaban por su casa rumbo a una escuela cercana.
“Empecé sirviendo comida debajo de un árbol, luego puse una sombra. Invitaba a los niños a desayunar y a comer y aceptaban gustosos. Por aquí, por mi casa, pasaban cuando iban a la escuela y a la hora de salida y ya sabían que los esperaba con un plato de comida calientita”, expuso.
Posteriormente, la señora Silvia nombró a este lugar Comedor Comunitario “Estrellita milagrosa” y con la colaboración de algunos miembros de clubes sociales, empresarios, deportistas e integrantes de una iglesia de Indiana, Estados Unidos, pudo construir un local cerrado y equiparlo con mesas, sillas y estufa para atender a alrededor de 40 menores que llegaban a comer a la avenida Hortensias entre las calles 35 y 36.
Dijo que, durante una década de funcionamiento del comedor, ha recibido ayuda de algunas personas, sin embargo, la cooperación no es de forma constante ni permanente, por lo que ella prepara los alimentos con ingredientes que tiene en la alacena de su hogar, apoyada, principalmente, por su esposo y sus hijos.
A mis 65 años tengo desgaste de rodillas, diabetes y presión arterial alta, pero no hay nada que me detenga. Dios me da fuerzas para levantarme con ánimo de servir a los demásSilvia Viveros
“Comparto lo que tengo en casa. A veces preparo sopita de arroz, espagueti, pollo con mole, papas con chorizo, burritos de frijoles o de huevo con wini, galletitas, aguas frescas o jugos. Les doy lo que tengo a la mano”, destacó.
Para evitar riesgos de contagios de Covid-19, desde el inicio de la contingencia sanitaria no recibe a los comensales en las instalaciones del Comedor Comunitario por lo que optó por llevar la comida a las casas de los niños y de las niñas en donde a diario entrega alrededor de 50 platillos.
“A mis 65 años tengo desgaste de rodillas, diabetes y presión arterial alta, pero no hay nada que me detenga. Dios me da fuerzas para levantarme con ánimo de servir a los demás”, subrayó.
Las personas que deseen cooperar con gas y alimentos para que Silvia Vivero pueda seguir con esta noble labor pueden comunicarse al teléfono 6535384462.