Desde 1986 Los pirulines y “Pancho Villa” han atraído a los clientes

La enseñanza que Daniel Castañeda Armenta dejó a sus hijos fue que con esfuerzo y dedicación se puede salir adelante y que el trabajo honrado deja importantes satisfacciones y permite vivir cómodamente

Gloria Negrete

  · jueves 21 de marzo de 2019

La señora Carmelita Ceja y sus hijos están al frente del negocio que fundó Daniel Castañeda en 1986 / Víctor Félix

Provenientes de familias dedicadas al comercio en estados del sur de la República Mexicana, como Guanajuato y Michoacán, Daniel Castañeda Armenta y María del Carmen Ceja Valencia, emprendieron juntos un negocio en 1986 de venta de raspados y pirulines de hielo que a la fecha sigue funcionando en el parque del Fraccionamiento Villa Colonial.

La señora María del Carmen, mejor conocida como Carmelita por sus clientes y amigos, platicó que llegó a esta ciudad a los 5 años de edad, en 1961, de la mano de sus padres que venían de Jiquilpan, Michoacán en busca de un mejor porvenir para su familia.

Los raspados “Pancho Villa” son tradicionales en la refresquería “Don Dany” / Víctor Félix

Los padres de Carmelita eran comerciantes, por eso al arribar a esta frontera abrieron una refresquería que estuvo ubicada durante muchos años en la avenida Obregón entre las calles Quinta y Sexta.

“En la refresquería mis padres vendían frutas, tortas, sodas y dulces. Yo desde niña les ayudaba, por eso a mí me gusta mucho el comercio. Cuando conocí a Daniel, mi esposo, quien también venía de una familia de comerciantes, empezamos a vender dulces y raspados”, externó Carmelita.

EN PAREJA EMPRENDIERON UN NEGOCIO

Daniel Castañeda, “Don Dany”, como lo llamaban sus clientes, llegó a este municipio en 1967, procedente de Pénjamo, Guanajuato, contó Carmelita, “él me comentaba que, en un principio, su intención no era quedarse en San Luis porque solo venía por unos días a visitar a unos familiares, pero se puso a trabajar y ya no se fue”.

En San Luis Río Colorado, Daniel y María del Carmen se conocieron, se casaron y formaron una familia integrada por sus hijos Saúl, Daniel, José, Manuel y Magdalena.

Los clientes llegan por las tardes al parque de “Villa Colonial” a disfrutar de los sabrosos raspados y pirulines / Víctor Félix

Para poder sacar adelante a su familia, en 1986 tomaron la decisión de vender dulces, raspados, pirulines de hielo y churros de maíz, para lo cual habilitaron una carreta que empujaban entre los dos, recorriendo las arenosas calles de la colonia Campestre, específicamente, las aledañas al Fraccionamiento Villa Colonial, frente a lo que fue la zona de tolerancia en aquellos años.

Carmelita recordó que, en aquel tiempo, hace 33 años, esa área de la mancha urbana era prácticamente la orilla, “cuando iniciamos con la venta de dulces, apenas estaban construyendo las casas de la Villa Colonial, aquí terminaba la ciudad porque ya lo demás era puro desierto, a diferencia de ahora que está todo muy poblado, la ciudad ha crecido bastante”.

LOS “PANCHO VILLA”, DE LOS FAVORITOS

Los hijos del matrimonio Castañeda Ceja están involucrados en el negocio que fundaron sus padres; lamentablemente en julio de 2018 falleció Don Daniel y desde entonces su familia sigue al frente de la refresquería móvil que todos los días por las tardes instalan en el parque de “Villa Colonial”.

En este lugar se pueden disfrutar los tradicionales pirulines de vainilla y fresa, así como raspados de variedad de sabores, fresa, limón, piña, mango, vainilla, tamarindo, ciruela y demás frutas de temporada preparados con la receta secreta de Don Dany.

Una bebida que atrae a la clientela y que se ha colocado entre las favoritas son los “Pancho Villa”, una invención de Don Daniel, basada en los “gaspachos”, de Guanajuato.

Los “Pancho Villa” son raspados que contienen jarabe de mango, ciruela, piña o tamarindo y otros agregados como jugo de limón, chamoy, ciruelas y frutas secas preparadas con una receta especial creada por la familia Armenta, de Pénjamo, la cual se ha transmitido de generación en generación.

Foto: Víctor Félix

A mi esposo lo querían mucho los clientes porque era muy platicador y amable. Él amaba su trabajo y a sus hijos, siempre lo decía

MARÍA DEL CARMEN CEJA VALENCIA, COMERCIANTE