A los 15 años Rosa Emelia Ortiz Salgado empezó a ejercer la docencia, carrera que eligió porque proviene de una familia de profesores y desde su adolescencia descubrió que había nacido con esta vocación.
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Platicó que nació el 7 de agosto de 1940 en Santa Ana, donde creció junto a sus padres y hermanos, con quienes pasó una niñez y adolescencia muy feliz.
Cuando cumplió 15 años tuvo la oportunidad de dar clases en una primaria de la localidad de Benjamín Hill, pero en su afán por dar lo mejor de sí en esta labor, durante los veranos iba a la Escuela Normal para Profesores en Hermosillo, para estudiar y así, luego de un tiempo obtuvo el título.
Trabajó en diferentes primarias de Santa Ana atendiendo a estudiantes que provenían de comunidades rurales, vivían en rancherías, la mayoría de familias de escasos recursos económicos.
“Llegué a tener hasta 52 alumnos en primer grado. Era uno de los grados que más me gustaba impartir. A los niños y las niñas de primer año en diciembre ya los tenía leyendo”.
LLEGÓ A RIÍTO
A San Luis Río Colorado llegó en 1977 para trabajar en una primaria del ejido Nuevo Michoacán, mejor conocido como Estación Riíto, aunque tres meses después la asignaron a la primaria “María Mercedes Andrade” y luego trabajó en la “Club de Leones” y “Josefa Ortiz de Domínguez”, de este plantel se jubiló en 1993.
“Cuando iba a trabajar dejaba mis problemas en la casa. Siempre llegaba a la escuela con una sonrisa. Les cantaba a mis alumnos. Sabía cómo hablarles de la mejor manera para lograr que trabajaran en la clase y aprendieran. Recibí varios reconocimientos de la autoridades educativas por mi labor dentro de las aulas y eso me llena de orgullo y satisfacción”.
“El magisterio fue lo máximo para mí. Era mi verdadera vocación y eso lo supe desde niña. Cuando empecé en este trabajo, a los 15 años, no lo hice con el afán de que me pagaran”.
El magisterio fue lo máximo para mí. Era mi verdadera vocación y eso lo supe desde niña
Rosa Emelia Ortiz Salgado
DISFRUTA CANTAR, PINTAR Y ESCRIBIR
Manifestó que al retirarse del trabajo docente se preguntó: “¿Y ahora qué voy hacer? Siempre me ha gustado escribir y al momento de jubilarme opté por dedicarle más tiempo a redactar poemas y otros escritos. También me dediqué a pintar y a cantar. Hace 7 años me integré a la clase de coros en la Casa Club de Jubilados y Pensionados del Isssteson y aquí sigo. Me siento muy bien y contenta de asistir”.
Sus poemas se publicaron por algún tiempo en las ediciones diarias de TRIBUNA DE SAN LUIS y en dos libros. Adelantó que actualmente prepara la edición de su tercer libro.
LUCHÓ PARA INTEGRAR EL SNTE
Entre las anécdotas que contó Rosa Emelia destacan que en los sesenta participó en una huelga en Santa Ana, emprendida como medio de lucha para formar el sindicato de maestros y gracias a ese movimiento, en el que también participó su madre, ahora existe el Sindicato Nacional de los Trabajadores de la Educación (SNTE).
“Ésa no fue una lucha fácil. Mi mamá me decía que no tuviera miedo. También ella formó parte de esa lucha y las dos participamos en la huelga para integrar el sindicato. Recuerdo que en una ocasión los soldados, a quienes participamos en este movimiento, nos rodearon como si fuéramos delincuentes y nos llevaron presos”.