Para Héctor Enrique López Hermosillo preparar capirotada tiene un significado muy especial, pues es un platillo que aprendió a elaborar desde niño viendo a sus padres cocinarlo durante cada temporada de Cuaresma y Semana Santa.
“En mi casa, mi familia siempre ha acostumbrado a hacer capirotada. Recuerdo a mi abuela, a mi madre y a mi padre prepararla y de ahí aprendí”, externó Enrique López.
Este año comenzó a preparar capirotada para venta desde el 16 de febrero y así continuará todos viernes hasta la Semana Santa, pues es la temporada del año en que se acostumbra a consumir este postre. Comentó que cuando era niño ayudaba a sus papás y hermana a preparar capirotada. Sin embargo, fue hasta la edad adulta, a los 20 años, cuando se animó a preparar él solo este platillo y hace 4 años lo pone a la venta.
“Mi mamá, en un principio, hacía la capirotada para comer en casa con la familia y después la empezó a vender entre los vecinos, amigos y conocidos. Ya tenía sus clientes que cada año esperaban la cuaresma para comer la rica capirotada que cocinaba mi mamá. Les gustaba mucho y ahora me toca a mí seguir con la tradición de prepararla con la receta familiar”.
Enrique López consideró que, aunque los ingredientes base de la capirotada son similares, cada persona que la elabora le da un toque especial, diferente. En el caso de la receta de su familia se le agrega leche deslactosada, queso Sonora y una miel que no empalaga.
“Me siento muy orgulloso de preservar esta tradición familiar que además es muy sonorense”, puntualizó. Las personas que deseen contactar a Enrique López para hacer pedidos de capirotada pueden comunicarse al teléfono 653-8493959.
ORÍGEN DE LA CAPIROTADA
De acuerdo con información proporcionada por el Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera del Gobierno de México, la primera versión de la capirotada fue la de Roberto Nola en 1477, en su libro de cocina donde la describe como “Almondrote”: rebanadas de pan tostadas y remojadas en caldo de carnero, alternándose con otras de carne de perdiz asada.
Alrededor de 1780 la versión sin carne del platillo se popularizó, creado por el Fray Gerónimo de San Pelayo, siendo ya una versión más cercana a la actual, compuesta de capas de pan, queso y aderezo.
Fue hasta la década de los 40 cuando se consideró oficialmente un platillo de vigilia. En los estados de Sinaloa, Sonora y Nuevo León es un postre típico, aun cuando lo puedes encontrar ya en otros estados con diferente preparación e ingredientes.
En México, se cree que Hernán Cortés envenenó con este postre al colono Francisco Garay cuando quiso asentarse en Veracruz, siendo que Cortés ya había establecido en la Huasteca Alta, la ciudad de Villa de Santiesteban del Puerto, actualmente Pánuco.
Hoy las recetas que mencionan la capirotada son numerosas y hechas según las costumbres de cada región, pero todas mencionan un elemento en común, la alternancia de ingredientes en diferentes capas.
Cabe mencionar que la capirotada tiene un significado religioso a través de sus ingredientes ya que el pan duro con el que se prepara hace alusión al cuerpo de Cristo, un poco desmejorado. A su vez, la miel de piloncillo asemeja su sangre. La canela es un símil de la madera de la cruz donde se le crucificó y, los clavos, de las herramientas del mismo nombre con que se le aseguró a la cruz. Hay quienes aseguran que el queso, a su vez, hace recordar la manta blanca con la que se le cubrió en su sepultura. También se le agrega plátano, arándanos, cacahuates, pasas, nuez, guayaba, almendras, entre otros productos.