Desde que inició octubre, las panaderías de la ciudad empezaron a preparar el tradicional pan de muerto el cual ha tenido buena aceptación por parte de los clientes que aprovechan esta temporada del año para degustar.
José Martín López Orozco de oficio panadero desde hace 35 años, platicó que para él tiene un significado especial hacer pan de muerto, ya que a través de su trabajo contribuye a conservar una de las tradiciones más importantes y emblemáticas de México.
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“Llegué a vivir aquí a San Luis en 1986 y al año siguiente aprendí a hacer pan. Me gustó mucho, por eso me sigo dedicando a esto”.
En relación al pan de muerto, el señor López señaló que en la panadería donde él trabaja ya está a disposición de los clientes debido a que la gente empezó a buscarlo a partir de los primeros días del presente mes.
“En años anteriores, por lo general, empezábamos con el pan de muerto quince días o una semana antes del 2 de noviembre, pero ahora lo estamos haciendo desde principios de octubre”, externó.
Los precios del pan de muerto varían de acuerdo a su tamaño. Sin embargo, oscilan entre los 15 y los 28 pesos. “Los que más se han vendido son los personales (chicos) y los medianos. Los grandes también, pero un poco más despacio por el precio. La gente aún sigue afectada económicamente”.
Martín López refirió que el pan que tradicionalmente se come el Día de Muertos conlleva una preparación especial con ingredientes como la canela, huevos, azúcar, leche, mantequilla, harina y levadura.
Para el panadero el preparar este tipo de pan tiene un gran significado pues contribuye a preservar las tradiciones mexicanas y permite que las personas lo degusten en esta época del año, acompañado de la bebida de su preferencia.
Destacó que el invierno es la temporada de mayor venta de pan, por lo que los panaderos comienzan su jornada laboral a las 3:00 de la mañana y la finalizan, en ocasiones, hasta las 8:00 de la noche. “Aunque son muchas horas de trabajo no se sienten, si haces lo que te gusta”.
ORIGEN DEL PAN DE MUERTO
Información emitida por el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas, en la época prehispánica se hacía la "papalotlaxcalli" o pan de mariposa que era exclusivo de la ceremonia del Día de Muertos, era como una tortilla a la cual se le imprimía a la masa aún cruda un sello en forma de mariposa.
Las ofrendas de muertos tienen su origen en las culturas prehispánicas. Una ofrenda similar a la actual de día de muertos era la de la diosa Cihuapipiltin, dedicada a las mujeres que morían del primer parto, se creía que rondaban por el aire causando enfermedades entre los niños, por ello les hacían regalos en el templo o en las encrucijadas del camino. Las ofrendas consistían en "panes" de diversas figuras como mariposas o rayos (xonicuille) hechos a base de amaranto y "pan ázimo" que era un pan de maíz seco y tostado.
El equivalente al pan de muerto como ahora lo conocemos sería el "huitlatamalli" que era una especie de tamal. En la época prehispánica se hacía la "papalotlaxcalli" o pan de mariposa que era exclusivo de esta ceremonia. Al parecer era como una tortilla a la cual se le imprimía a la masa aún cruda un sello en forma de mariposa, una vez cocida, se pintaba coloridamente.