En los veinte, cuando a los estadounidenses les impusieron la “Ley Seca”, en San Luis Río Colorado abrieron lujosos salones de baile y bares por avenida Carlos G. Calles (entre calles Morelos y Primera), para aprovechar la necesidad de los extranjeros que residían en Yuma, Arizona, de tener un lugar donde ingerir bebidas embriagantes y divertirse.
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Ramón Noriega Rascón en su libro “Historias y narraciones del viejo San Luis Río Colorado. Un puente a nuestro pasado” narró que en esa zona de la ciudad predominaba, en ese tiempo, la venta de alcohol y la prostitución.
Lo anterior, dijo, generó el descontento de algunas personas que residían cerca del lugar, ya que proliferaron negocios “indecentes” que no iban acorde con las buenas costumbres de las familias, lo que propició que la Zona de Tolerancia fuera trasladada a un terreno entre avenida Libertad y Carranza y calles 6 y 7, que esos años era la periferia de la mancha urbana.
Contó que las airadas protestas de las amas de casa que alegaban que sus maridos dejaban el sueldo en las cantinas y los bares fue secundada por un acuerdo de cabildo de 1939 que ordenó el traslado de la Zona de Tolerancia al domicilio en mención, lo cual sucedió paulatinamente ya entrados los cuarenta.
Entre los más elegantes y concurridos centros nocturnos o clubes, como también se les llamaban, estaba el Club Internacional adornado con una pintura auténtica de Diego Rivera, dieron a conocer personas que llegaron a asistir.
En el Club Internacional se llevaban a cabo elegantes bailes con las presentaciones de famosos artistas como la Orquesta de Bill Haley y sus cometas, la Orquesta de Luis Arcaraz y se organizaban juegos de azar.
NEGOCIOS QUE SOSTENÍAN LA ECONOMÍA LOCAL
Una vez instalada y en pleno apogeo la Zona de Tolerancia en la nueva ubicación, no pasaron muchos años para que esa área de la ciudad fuera invadida por casas.
Ramón Noriega refirió que la Zona de Tolerancia era un formidable conjunto de exitosos negocios, pues se establecieron cabarets como el “Molino Rojo”, “Mocambo”, “Pigalle”, “Club México”, “Acapulco Bar”, “San Diego Night Club, “Chula Vista” y “Club 20-30" que de 1940 a 1960 eran de los más visitados por clientes locales y de ciudades cercanas del vecino país.
A principios de los setenta el “zumbido”, como también era conocida la Zona de Tolerancia, volvió a mudarse ahora a calle 26 y avenida Colima, donde en la actualidad está un centro comercial.
Señaló que la zona de tolerancia en los años de la posguerra fue refugio de un considerable número de bellas mujeres de diferentes nacionalidades, pues ahí trabajaban italianas, alemanas, francesas y de otros países de Europa, así como de México de estados como Jalisco y Distrito Federal. Algunas de ellas con el paso de los meses o años se casaban y formaban sus familias aquí y se quedaban a vivir.
Entre los propietarios de los clubes, cantinas, bares y salones de bailes para mayores de edad se recuerda a Anselmo “Chemo” Briones, quien fue dueño del “Pigalle” y la señora Mora, del “Mocambo”.
Se sabe que los músicos rockeros de esa época tocaban en la Zona de Tolerancia hasta altas horas de la noche y se quedaban a dormir en un hotel enfrente del bar “Manhattan”, donde les cobraban un dólar por ser clientes frecuentes.
Además, se beneficiaban de la actividad nocturna los vendedores de tacos, camarones, flautas y hot dogs que permanecían firmes durante toda la noche y parte de la madrugada en espera de comensales, concluyó el escritor.
La Zona de Tolerancia, muy visitada por clientes locales y extranjeros, tuvo sus inicios en los veinte y cambió de ubicación varias veces porque era alcanzada por conjuntos habitacionales