La cerveza artesanal ha logrado encontrar su sitio entre la comunidad sanluisina, luego de varios años de lucha y perseverancia de los profesionales que fabrican esta bebida, que comenzó fuerte en el 2012, pero no fue sino hasta dos años después cuando San Luis se inmiscuyó en ese negocio y hoy rinde sus frutos.
Contrario a lo pensado, en esta ciudad existe una fábrica de cerveza que continuamente está en funciones, para tener un buen surtido de bebidas ambarinas de distintos sabores y texturas.
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Para Francisco Durazo, en la fábrica (ubicada en la avenida Félix Contreras y 18), prácticamente a diario hay actividad, debido a la demanda que tienen sus productos, y que son 100 por ciento sanluisinos.
Cuentan con material para hacer la cerveza y es una instalación moderna, que, si bien no produce grandes cantidades de la bebida, sí alcanzan a obtener una cantidad suficiente como para abastecer la demanda del restaurante y en los eventos en que participan periódicamente.
“Tenemos una olla de 500 litros, que la colocamos a una temperatura de 120 a 150 grados Fahrenheit (65 grados centígrados), esto es para macerar; si quieres una cerveza seca, lo tienes que macerar a una baja temperatura, si quieres que sea más dulce, tienes que ponerla a una temperatura más alta de macerado”.
Agregó que a la cerveza hay que medir el PH (es una medida de acidez o alcalinidad de una disolución acuosa, indica la concentración de iones de hidrógeno presentes en determinadas disoluciones); una cerveza debe estar en unos 5.2 a 5.4, se utilizan varios elementos como el ácido láctico.
Expresó que una vez que se tiene el agua con el PH corregido y la temperatura correcta, se le pone el grano (la malta), a la olla se le pone un costal y se muele el mismo.
“Cuando ya tenemos el agua lista, ya tenemos previamente el grano molido, ésta va a reposar; mucha gente hace diferentes técnicas en macerado, en temperaturas, etcétera, al final, lo que queremos los cerveceros es la mayor eficiencia, es decir, extraer lo más posible de ese grano”.
Después, se usa una olla de hervor, que se puede usar en tiempo de 60 a 90 minutos, aquí se le agregan lúpulos.
“De hecho la cerveza la conforman cuatro elementos básicos: agua, malta, lúpulos y levadura; ya lo demás, es extra, cada quien se lo pone de acuerdo a lo que busca, ya sea un sabor diferente”.
Manifestó que una vez que se termina el hervor, hay que enfriar el líquido, porque hay que poner la levadura.
Una vez que se ha enfriado, la cerveza pasa a los tanques (de 800 litros), en ellos se puede fermentar, la sedimentación, clasificación y la carbonatación; para llenarlos, se debe hacer dos veces el procedimiento antes descrito.
Indicó que una vez terminado, se puede envasar en un barril, en una lata o en botella, según se desee tener el producto.
“De los cinco tanques que tenemos, cuatro están casi terminadas, y en dos días se van a enlatar; en otra parte del edificio hacen el procedimiento, por medio de mangueras lo hacen”.
La licencia
Manifestó que se trata de la primera cervecería que consiguió el permiso formal del gobierno del estado, esto, luego de varios meses de espera y de trámites.
“Yo digo no fue difícil, porque aquí se involucran el municipio (con la anuencia) y el estado (con la licencia); en mi experiencia personal no batallé para conseguirla, nos la dieron hace un año, así que es reciente”.
Dijo que los cerveceros artesanales de Hermosillo, promovieron la creación de la ley para regular a los productores locales, dada la cercanía que hay con el gobierno del estado, eso fue hace unos cuatro años.
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Expresó que desde que se abrió el primer negocio, se quiso promover el consumo local de la cerveza, la diferencia entre un productor local y las cervecerías es la diversidad.
“Un día podemos hacer una cerveza, y al día siguiente podemos hacer una completamente diferente, esa es la ventaja, tú como cliente pueden venir y probar cervezas de estilos belgas, británicos, alemanes, americanos; en la industria comercial siempre se va a probar lo mismo”.