Este año, la imposición de la ceniza se adaptó a la llamada nueva normalidad por la pandemia de Covid-19, espolvoreando sobre la cabeza para evitar tocar la frente como tradicionalmente se hacía, además se entregan pequeñas bolsas con el polvo para que se aplique a las personas que no pueden salir de casa.
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Hoy desde temprana hora los templos católicos abrieron sus puertas para recibir a la comunidad que participa en las ceremonias del Miércoles de Ceniza que se estarán realizando a lo largo del día.
En las parroquias, santuarios, capillas y rectorías de la ciudad se establecieron horarios para alternar las misas y los actos de imposición de la ceniza, respetando los protocolos sanitarios implementados por las autoridades de salud que incluyen un aforo limitado de personas al interior de los edificios religiosos, informó el padre Agustín Partida Díaz Garza, responsable de la capilla “Santo Niño de Atocha”.
En esta ocasión en algunos templos se distribuyen “bolsitas” con ceniza para que la gente que sí pudo asistir al “Miércoles de Ceniza” las hagan llegar a quienes no tuvieron la oportunidad de participar, ya sea por enfermedad o porque forman parte de los grupos vulnerables a sufrir complicaciones por coronavirus, señaló.
La ceniza se convierte en un motivo de esperanza y superación. La Cuaresma es un camino, y las cenizas sobre las cabezas son el inicio de ese camino. El momento en el cual cada persona comienza a caminar hacia la Pascua, el encuentro pleno con Cristo.
Con el Miércoles de Ceniza inicia la Cuaresma que son 40 días de preparación para vivir la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo en la Semana Santa. La Cuaresma es, además, un tiempo de oración, penitencia y ayuno.
Por su parte, el padre Germán Orozco Mora, párroco del templo “Nuestra Señora de Fátima”, destacó que en un comunicado el Papa Francisco indicó que “vivir una Cuaresma de caridad quiere decir cuidar a quienes se encuentran en condiciones de sufrimiento, abandono o angustia a causa de la pandemia de Covid-19. En un contexto tan incierto sobre el futuro, recordemos la palabra que Dios dirige a su Siervo: “No temas, que te he redimido” (Is 43,1), ofrezcamos con nuestra caridad una palabra de confianza para que el otro sienta que Dios lo ama como a un hijo. Que María, Madre del Salvador, fiel al pie de la cruz y en el corazón de la Iglesia, nos sostenga con su presencia solícita, y la bendición de Cristo resucitado nos acompañe en el camino hacia la luz pascual”