Para don Javier Robles, sembrar y producir agave es una aventura que está por dar frutos, apenas con una hectárea sembrada, piensa en grande y tener su propia fábrica de bacanora, lo que sería la primera en su tipo en la región.
“Yo me crié en Zacatecas, allá teníamos este producto y de ahí nos manteníamos todos mis parientes, hacer vino y venderlo; me traje un poco de maguey para acá y tengo la esperanza de que se pueda dar”.
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Mencionó que, si se tiene la oportunidad, la idea es hacer una fábrica de bacanora y si el gobierno les da “luz verde”, lo harán; en cambio, si no es posible, se lo llevará para Zacatecas.
Asimismo, dijo que la mayoría de los alambiques de bacanora está en la sierra de Sonora y sería la primera vez que se pusiera uno en la región, lo que le llena de ilusión y espera que ese proyecto se concrete.
“Ahorita, hay mucha necesidad de agave en todo el país, incluso hay exportación del producto a otros países como China y España, que lo demandan”.
Expresó que el maguey tiene un año y medio de crecido, por lo que le faltarían dos años y medio para alcanzar su madurez plena, ahí sería la ocasión ideal para lograr el proyecto del alambique.
Además, comentó que varios productos pueden salir del agave como la miel, insulina, fibras para hacer popotes, costales y bolsas, entre otros.
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Dependiendo del clima, se calcula que tienen que pasar entre cuatro y cinco años para que alcance su madurez; lo que llama la atención, es que es resistente al calor, pero el hielo lo afecta un poco.
“El calor no es problema, mientras más calor haga, es mejor para la penca; el frío lo puede afectar, pero no mucho, lo interesante es que el mismo producto ‘quita’ las partes que están dañadas”.
PODRÍA VENDERLO
Mencionó que, debido a la necesidad de agave, si lo quisiera vender, lo podría hacer. “Pienso que puedo sacar unas 200 toneladas, si todo sale bien, de 22 a 32 pesos el kilo”.
Además del agave, don Javier le dedica tiempo al trigo y cuenta con un poco de ganado, lo que le saca provecho.