Este tiempo de poca movilidad urbana, de aislamiento social por la contingencia sanitaria por Covid-19, ha beneficiado a la ecología de la región en playas, desiertos y en las propias ciudades, permitiendo una mejora en los ecosistemas.
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La arquitecta Neidy Catarina Rangel López, especialista en el tema de biosustentabilidad y promotora del ciclismo urbano, consideró que, en este tiempo de pausa, de reflexión, de análisis y de resguardo, se siente y se vibra un ambiente nuevo en la ciudad.
Opinó que las dinámicas de interacción han logrado ser de total beneficio a las áreas naturales protegidas, a las zonas costeras y los lugares turísticos catalogados como reservas nacionales y mundiales.
Es tan notable simplemente en las ciudades, como la nuestra, que la baja en la movilidad de vehículos motorizados ha brindado un cambio en el aire que se respira. Los municipios con verificación diaria de los índices de partículas suspendidas y de calidad del aire, han dado noticias alentadoras de un claro panorama y que sí es posible poder controlar estos números.
Si no se utilizaran los vehículos de combustibles fósiles como principal medio de transporte todo esto fuese diferente, en algunas ciudades de México los colectivos ciclistas también promovieron con más fuerza la utilización de la bicicleta como una de las alternativas más viables por la ausencia de contacto humano y de poder transportarse sanamente y libremente por las localidades.
“Hoy podemos comprobar que, en nuestras áreas verdes, en las zonas costeras y de bosques, la fauna perdió, de cierta manera, el temor a explorar nuevas fronteras, se han captado manadas de venados o de ciertos mamíferos en lugares donde hacía décadas, simplemente, parecían inexistentes”, subrayó Neidy Rangel.
Asimismo, las aguas de algunos ríos por el detenimiento de la producción de las industrias, cambió de turbia a cristalina.
Sin embargo, consideró que todas estas mejoras pueden llegar para quedarse, el repensar, el replantear nuestras acciones, es un deber, es una responsabilidad, que debemos asumir para ser parte del cambio, vivir con lo mínimo, aprovechar los tiempos de reflexión para hacer de esto algo permanente”.
Agregó “debemos de reinventarnos, ver la ciudad a escala humana y trabajar multidisciplinariamente para ejercer las normativas con más fuerza, ser propositivos y crear comunidad, pues solo así la nueva normalidad será mucho más llevadera en todos los entornos y podremos así convivir los unos con los otros en ambientes mucho más limpios, armónicos y respetuosos del reclamo que el mismo planeta nos está haciendo”.
SE BENEFICIÓ LA FAUNA
Por su parte, Martha Román Rodríguez, coordinadora de la Comisión de Ecología y Desarrollo Sustentable del Estado de Sonora (Cedes), resaltó que la poca o nula presencia de turistas locales y foráneos a las playas del Golfo de Santa Clara durante las vacaciones de Semana Santa, por las restricciones que se dieron por la pandemia, fue de beneficio para las especies marinas
Este año, el arribazón reproductivo para el desove del pejerrey, que se da precisamente en Semana Santa, y que además se combina con la migración de las aves conocidas como playero rojizo, que se alimentan de los huevecillos que desova el pejerrey en las playas del Golfo de California, se vio menos perturbada que en ocasiones anteriores y que en décadas.
“Yo creo que no habíamos visto esa poca perturbación de este proceso bioecológico de desove del pejerrey y de la alimentación del playero rojizo. Bueno, no sólo del playero rojizo sino de otras aves migratorias, playeras”, comentó.
Las personas que están en el Golfo de Santa Clara documentando estos eventos por parte de Pronatura y de la Universidad Autónoma de Baja California Sur compartieron algunas fotografías no sólo de aves playeras sino que algunas otras alimentándose del pejerrey, de manera más tranquila sin preocupación, debido a que había muy poca gente en las playas.
EL GOLFO SE CONSERVÓ LIMPIO
Mientras tanto, el delegado del Golfo de Santa Clara, Adán González, externó que en el periodo de celebración de Semana Santa, en este poblado turístico no tuvieron problemas de contaminación de basura, debido a que no llegaron los visitantes, por lo tanto, no hubo acumulación de desechos.
Mencionó que los residentes del lugar respetaron la recomendación de quedarse en casa, emitida por las autoridades de salud para evitar la propagación del coronavirus, de ahí que en las pasadas vacaciones se Semana Mayor, el Golfo de Santa Clara se mantuvo limpio, libre de basura.