El gusto por el comercio surgió en Ignacio Limón Gálvez desde que era adolescente, debido a que a diario salía a las calles, a bordo de una bicicleta, a vender los tamales que cocinaba su mamá.
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Limón Gálvez platicó que llegó a San Luis Río Colorado en 1997, a los 17 años de edad, acompañado de sus padres, procedentes de Guasave, Sinaloa, con la intención de quedarse solo unos días, pero ya no se fueron.
“Veníamos a visitar a dos de mis hermanos que vivían aquí en San Luis, y nos gustó tanto que ya no nos regresamos. Empezamos un negocio y nos fue muy bien, gracias a Dios”, expuso.
En 1997, la señora Severiana, madre de Ignacio, tomó la decisión de vender tamales en esta ciudad para apoyar a la economía familiar, pues a esa misma actividad se dedicaba en Sinaloa.
“Mi mamá cocinaba los tamales y yo salía en la bicicleta a venderlos. Recorría todo el centro. A las 8 de la mañana iniciaba la venta y terminaba como a las 2 o 3 de la tarde”, dijo.
LA BASE DEL ÉXITO ES LA CONSTANCIA
Dos años después, Ignacio tuvo la posibilidad de comprar una bicicleta más grande y se instaló en la avenida Libertad y calle 26, en donde además de vender tamales, incluyó “burritos” de diversos guisados como carne deshebrada, papas con chorizo y fríjol, también cocinados por su madre.
El comerciante considera que el éxito de los negocios radica en la constancia y la dedicación, sin dejar a un lado la atención amable y el trato cordial a la clientela, aunado al característico sazón con que doña Severiana cocina y al sabor de las tortillas de harina recién hechas a mano.
Años más tarde, se involucraron en el negocio su esposa Marcela Alicia Mendívil, así como su hijo Ignacio quienes han apoyado al comerciante a continuar en el gusto de los clientes durante 23 años.
Entre los clientes de Burritos “El Gordo” están gente de todos los sectores, sobre todo, gente que trabaja y llega todos los días a desayunar a su actual ubicación, avenida Chiapas y calle 26.
También tiene como clientes a funcionarios públicos de la localidad y de Hermosillo que cada vez que vienen a esta frontera le hablan por teléfono para hacer grandes pedidos de “burritos”.
Un negocio requiere dedicación porque es importante estar siempre al pendiente de éste, atender tú mismo a los clientes y, sobre todo, aunque llueva, haga frío, calor o viento, permanecer en el lugar porque la gente si acude dos veces y no te encuentra dice: “nunca está” y ya no regresan.
Ignacio Limón agradeció a su madre el haberle inculcado el gusto por el comercio, a sus clientes la preferencia por más de 20 años y a su familia el apoyo brindado para lograr que el negocio prospere.