La noticia se le escapó de la boca en mayo pasado al entonces subsecretario de Hacienda, Gabriel Yorio, y lo colocó en una vorágine de intereses que provocó su caída en vísperas del nuevo gobierno. La historia continúa y plantea un enigma a la presidenta Claudia Sheinbaum y a su equipo financiero, incluido Rogelio Ramírez de la O, exjefe de Yorio, y Luz Elena González, la poderosa secretaria de Energía.
En la primera semana de ese mayo, Yorio sostuvo una reunión privada con banqueros en Nueva York, a quienes reveló que el gobierno mexicano absorbería deuda de Pemex por 40,000 millones de dólares.
Cuando la noticia se filtró a medios internacionales desató alertas en Palacio, en los equipos financieros de López Obrador y de la señora Sheinbaum, a unas semanas de celebrarse la elección presidencial. Según fuentes cercanas al tabasqueño, éste enfureció por no estar enterado, y ordenó el cese de Yorio.
La sacudida despertó el apetitito de la banca internacional especializada en el diseño de grandes créditos e inversiones, la cual retiene comisiones importantes y otorga bonos alucinantes a sus ejecutivos por el armado de operaciones de gran magnitud. No se les selecciona por licitación ni son públicas sus condiciones.
Los reflectores se orientaron al banco inglés Barclays, que en México conduce, desde 2012, Raúl Martínez Ostos, un financiero de carrera meteórica, con llamativas cartas académicas y que en alguna época fue identificado con Francisco Gil Díaz, ex secretario de Hacienda bajo el gobierno de Vicente Fox (2000-2006). Durante la mitad de ese periodo, su vocero fue el actual presidente y director general de Barclays México.
Esta corporación fue calificada “el banco favorito” del gobierno AMLO por su rol central en operaciones gubernamentales como la adquisición del paquete accionario que le permitió a Pemex el control de la refinería Deer Park, en Houston. También, en la compra de las plantas de la española Iberdrola, entre otras acciones. Las tareas de Yorio como subsecretario lo colocaron como canal natural de la relación con Barclays.
Tras el incidente en Nueva York, la suerte de Yorio parecía echada. La especulación creció según se acercaba el arranque del gobierno Sheinbaum. Entonces ocurrió algo insólito: surgió un intenso cabildeo para promover a Yorio como secretario de Hacienda si la anunciada ratificación de Ramírez de la O se tropezaba, o para que al menos fuera ratificado en la subsecretaría. De acuerdo con fuentes familiarizadas con este proceso, una de las instancias de donde surgió con mayor vigor dicho cabildeo fue la oficina de Ramírez Ostos, desde Barclays.
En paralelo, la presidenta electa había descartado al menos una propuesta de Ramírez de la O para la subsecretaría, lo que dio lugar a que “el equipo de Hacienda”, como declaró la propia Sheinbaum, fuera ratificado en principio, incluido Yorio.
El cabildeo en su favor se desbordó, sumando serios señalamientos sobre Ramírez de la O y la designada secretaria de Energía, Luz Elena González. Enterada de ello, la presidenta electa vetó definitivamente a Yorio. Su nuevo cargo está fuera del país.
Hay indicios sólidos de que eventualmente se concretará la ya polémica operación en favor de las finanzas de Pemex. La banca internacional parece sostener la respiración en espera de saber detalles y eventuales beneficiarios del respectivo contrato.
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En el fondo de esta historia hay una próxima operación financiera por 40 mil millones de dólares (MDD) que buscará salvar a Pemex de la quiebra, pero que ha desatado apetitos de instituciones bancarias internacionales que cobran juaganhelan levantar taadodesata ya apetititos en un mundo, tras un jaloneo que incluyó tanto a funcionarios públicos como a personajes privados que buscaron conservarlo en el cargo aun si para ello debían torcerle el brazo al entrante gobierno de Claudia Sheinbaum.