No cabe duda de que las redes sociales están presentes en todos lados, a veces consiguiendo alejarnos de otras formas de comunicación un poquito más humanas. Justamente de esto se trata la historia de unos vecinos de un edificio en Argentina.
Fue a través de un hilo de Twitter donde el usuario @santiidelson compartió cómo varios vecinos entablaron una conversación por un curioso medio, y por una de las razones más tiernas que puede existir: un gatito.
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Los eventos sucedieron en un edificio de 100 años de antigüedad en Palermo, Buenos Aires, donde uno de los residentes pegó un cartel en el ascensor pidiendo cuidar a un gatito cuyo maullido no cesaba en toda la tarde.
“No molesta, pero me da lástima. Denle mucho amor”, se lee en el cartel.
Pasados los días la petición de conocer a la michi dio frutos, y la fotografía de Martha pensativa en una silla apareció por sorpresa pegada en el ascensor, acompañada de datos sobre la mascota.
“¡Queremos ver más mascotas en el edificio!” escribió el usuario, en espera de continuar con el chat. Sin embargo, poco se imaginaba que por la noche alguien quitaría todos los carteles de los michitos.
El usuario señaló que sus sospechas del “antigato” quita carteles estaban en tres de sus vecinos, ya fuera para mantener el orden o simplemente para molestar. Pero no se saldrían con la suya.
“Me levanté con garra, imprimí la foto que había sacado con el teléfono al cartel de Marta para ponerla en lugar de la original y reconstruir el chat” escribió, y además agregó una foto de su gata Ramona.
Así, el “feed” en el ascensor se fue llenando con las mascotas de otros vecinos.
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"A las pocas horas alguien sumó a dos nuevos gatos (Noir y Micho) al feed ascensorístico. Guardo backup digital de todos los carteles. Por ahora la red está a salvo. Todo ocurrió dentro de este ascensor para 3 personas, durante una semana de muchísimo trabajo, quilombo, el país y etc.".