El consumo de bebidas frías es algo común, especialmente en días calurosos o después de hacer ejercicio. Para muchos, no hay nada más refrescante que una bebida helada. Sin embargo, el impacto de tomar bebidas demasiado frías en nuestro cuerpo es un tema que merece atención.
Aunque pueda parecer inofensivo, consumir líquidos extremadamente fríos puede acarrear algunos riesgos para la salud que conviene conocer.
Impacto en el estómago y sistema digestivo
Uno de los efectos más inmediatos de consumir bebidas heladas es su influencia en el sistema digestivo. Al ingerir líquidos muy fríos, la temperatura en el estómago disminuye de forma abrupta. Esto puede alentar el proceso digestivo, ya que el organismo tiene que compensar el cambio de temperatura calentando el contenido del estómago antes de continuar con la digestión.
Este proceso no sólo hace más lenta la descomposición de los alimentos, sino que también puede causar malestar, sensación de hinchazón o incluso dolor en el área abdominal. Además, algunos estudios han sugerido que el consumo frecuente de bebidas muy frías podría alterar la flora intestinal, dificultando el equilibrio de bacterias beneficiosas y afectando la salud digestiva a largo plazo.
Dolor de garganta y pecho
Otro de los efectos negativos es la contracción de los vasos sanguíneos. Cuando bebemos algo muy frío, los vasos sanguíneos en la boca, garganta y esófago tienden a contraerse rápidamente. Esta respuesta es una defensa natural del cuerpo para evitar una pérdida excesiva de calor. Sin embargo, dicha contracción puede resultar incómoda e incluso causar dolor de garganta temporal o sensación de rigidez en el pecho. En personas con condiciones cardiovasculares, esta reacción podría complicarse, aumentando el riesgo de sufrir malestares más graves.
Dolor de cabeza por el frío
Uno de los efectos más conocidos de tomar algo demasiado frío, como un helado o una bebida congelada, es el llamado “cerebro congelado”. Este fenómeno ocurre cuando algo frío toca el paladar y provoca una rápida dilatación de los vasos sanguíneos en la cabeza, lo que genera un dolor agudo y repentino. Aunque generalmente es inofensivo y de corta duración, la sensación de sentir “congelado” el cerebro puede resultar muy incómoda.
El riesgo en el sistema respiratorio
En climas fríos o en personas sensibles, las bebidas muy frías pueden desencadenar episodios de tos o problemas respiratorios leves. Esto se debe a que el aire frío en combinación con los líquidos helados puede irritar las vías respiratorias, provocando una respuesta inmediata en forma de tos o irritación de garganta.
Para evitar estos efectos adversos, se recomienda consumir bebidas a temperatura ambiente o ligeramente frías, en lugar de extremadamente heladas. Además, optar por líquidos como agua o infusiones tibias puede ser una opción más saludable, especialmente durante o después de las comidas.
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Aunque el consumo ocasional de bebidas frías no representa un gran riesgo, hacerlo de manera frecuente y en grandes cantidades podría afectar tu salud de diversas formas. Como en muchas otras áreas de la vida, el equilibrio es clave para mantener el bienestar físico.