La costumbre de intercambiar regalos durante el Día de Reyes tiene sus raíces en una antigua festividad religiosa y folclórica que celebra la llegada de los Tres Reyes Magos al lugar de nacimiento de Jesús. La tradición se vincula con la historia bíblica en la que los Magos, guiados por una estrella, llevaron obsequios al Niño Jesús.
La historia cuenta que Melchor, Gaspar y Baltasar, los Tres Reyes Magos, viajaron desde Oriente siguiendo la estrella que les señalaba el camino hacia el lugar donde había nacido Jesús. Durante su trayecto, llevaron consigo tres regalos preciosos: oro, incienso y mirra.
Oro: Representaba la realeza de Jesús, honrando su condición de rey.
Incienso: Simbolizaba la divinidad, evidenciando la conexión espiritual.
Mirra: Era un regalo asociado con la mortalidad humana, prefigurando la muerte de Jesús.
La entrega de estos presentes por parte de los Reyes Magos se convirtió en una tradición arraigada en la celebración de la Epifanía. A lo largo del tiempo, esta costumbre evolucionó en diferentes culturas y regiones, transformándose en la entrega de regalos a los niños por parte de los Reyes Magos durante la víspera del 6 de enero.
La noche del 5 de enero, en vísperas del Día de Reyes, muchos niños colocan sus zapatos o calcetines en lugares estratégicos de la casa, esperando que los Reyes Magos dejen regalos en ellos. Esta tradición, llena de ilusión y emoción, se ha convertido en un momento especial en la vida de muchos, donde la magia y la alegría de recibir regalos resaltan el espíritu de generosidad y amor.
En resumen, la tradición de dar regalos en el Día de Reyes tiene sus raíces en la historia bíblica de los Tres Reyes Magos que llevaron obsequios al Niño Jesús. Este gesto ha perdurado a través de los siglos, transformándose en una hermosa celebración llena de significado y alegría para muchas familias en todo el mundo.