Reciben el nombre de elefantes marinos por su tamaño y la sobresaliente nariz en forma de trompa, la cual inflan con bocanadas de aire, tomando un aspecto salvaje que ahuyenta a sus rivales.
Los machos miden hasta 6 metros de largo y llegan a pesar 4,000 kilogramos. La hembra, por su parte, es más pequeña, mide unos 2.8 metros y pesa aproximadamente 900 kilogramos.
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Su cuerpo en forma de torpedo les favorece el nado. Además, está estructurado para almacenar grandiosas cantidades de sangre, que les permiten guardar y transportar oxígeno. Por eso, los elefantes marinos son excelentes buceadores, ya que pueden respirar una vez, y soportar durante mucho tiempo mientras están bajo las aguas.
Sin embargo, los elefantes marinos también logran perdurar en tierra, sin presencia de agua, durante mucho tiempo. De tal forma, son capaces de mantenerse secos varias semanas al año.
Los elefantes marinos son poligámicos, suelen formar harén de hasta 100 hembras. Alcanzan la madurez sexual a los 5 años. No obstante, no logran proteger una zona de reproducción hasta los 7 u 8 años.
Las hembras paren cada año. Su embarazo es de 11 meses, y dan a luz en invierno, un solo hijo, el cual cuidan alrededor de un mes.
La alimentación de los elefantes marinos es a base de peces y moluscos cefalópodos, que son capaces de capturar a diferentes profundidades. Cuando cazan en los sombríos océanos, se ayudan de la luz que algunas de sus presas reflejan, lo que les permite atraparlas más fácilmente. También les favorece el hecho de ser sensibles a las agitaciones.
Este animal tiene como depredador natural a la orca. También durante una época, los elefantes marinos fueron víctimas de una caza despiadada para obtener su grasa, y sus poblaciones quedaron al borde de la extinción en el siglo diecinueve. Felizmente, se han aprobado leyes conservacionistas de protección para ellos y sus áreas de reproducción, lo que ha hecho posible que se recuperen y ya no se encuentren en peligro.