Desde hace nueve meses, integrantes del pueblo Seri comenzaron con esta actividad, la cual se impulsó con la creación del primer vivero de mangle en la localidad sonorense, hasta el proceso de plantación el pasado mes de diciembre.
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En 2009, Alberto Mellado Moreno, uno de los organizadores de este proyecto, junto con su esposa Érika Barnett, comenzaron diversos ensayos ecológicos con plántulas de esta importante especie vegetal.
La finalidad de las pruebas era aprender la técnica para perfeccionarla y realizar más producciones de la planta, pero la falta de recursos y de apoyo sólo permitió hacer al menos mil piezas.
Fue en 2020 cuando retomaron la iniciativa, además con la asesoría de la organización Borderlands Restoration, lograron consolidar su esfuerzo al aplicar los conocimientos obtenidos hace 11 años y las ideas actuales.
La agrupación les aportó los materiales para edificar el vivero de mangle entre abril y junio, mientras ellos y otros miembros de la comunidad recolectaban miles de semillas y plántulas de las playas con la intención de cuidarlas hasta que les salieran raíces.
“El 2020 fue un año extraño, la falta de lluvia y que no pegó el huracán que llega al menos cada año afectó la cantidad de mangles que producen sus semillas, aun así logramos 4 mil 200”, declaró Alberto.
Una vez rescatadas las semillas, se depositaron en 700 botellas de plástico que recogieron de la basura, contribuyendo también de esta forma al cuidado del medio ambiente.
Formaron las paredes de su vivero con los envases, por cuatro meses varias familias preservaron las semillas brindándoles su atención hasta que surgieron los tallos, hojas y las raíces para ser plantadas en la tierra.
Beneficios
En su territorio, los comcáac cuentan con 800 hectáreas de mangles intactos, lo que representa una de las zonas con mayor diversidad en el Noroeste del país, ya que estos son un criadero de decenas de especies marinas, destacando peces y crustáceos.
Las plantas fueron transportadas con ayuda de Prescott College a cuatro esteros de la localidad llamados Sargento, Xtasi, Paraísos y en los límites de Punta Chueca.
“Llevamos cubetas con 60 a 100 piezas, las plantamos con nuestras propias manos utilizando la línea de la humedad de las mareas”, compartió.
Además de ser uno de los principales criaderos marinos, los manglares son una alternativa para combatir el cambio climático y proteger las costas del oleaje, así como de los fuertes vientos.
“Lo hacemos porque el cambio climático está subiendo el nivel del mar, a lo mejor aquí no está comprobado, pero en otros países sí y esto contribuye a reducir el peligro”, resaltó Alberto, quien también es promotor del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas.
A lo largo de la costa de Sonora se percibe una gran cantidad de espejos de agua, los cuales son granjas camaroneras o pesqueras, por ello con esta actividad, los miembros de la comunidad Seri buscan preservar sus espacios ecológicos.
Hasta el momento, en su vivero cuentan con mangle rojo, pero para este año Érika Barnett esta en proceso de introducir germinado de semillas de mangle blanco y en un futuro mangle negro.