El Día Mundial de las Aves Migratorias se conmemora el 11 de mayo y en este 2024 se centra en la importancia de los insectos para las aves migratorias y en destacar las preocupaciones relacionadas con la disminución de las poblaciones de insectos.
Integrantes del grupo Cuidando al playero rojizo y al pejerrey, del poblado Golfo de Santa Clara, explicaron que una gran cantidad de especies de aves dependen o complementan su dieta con insectos, pero desafortunadamente en los últimos años sus poblaciones han estado disminuyendo y como sabemos, en la naturaleza todo se relaciona con todo y eso nos incluye a los seres humanos.
Destacan que como humanidad podemos ayudar favoreciendo la floración de plantas nativas, dejando las hojas secas en suelo (como hábitat para los insectos), evitando el uso de insecticidas (sobre todo al aire libre), apoyando la conservación de hábitats, incluyendo la playa y pasando la voz sobre este tema.
En la playa del Golfo de Santa Clara se pueden observar unas moscas chiquititas del género Ephydra (que son muy diferentes a las moscas comunes), y que forman parte de las presas de las aves playeras como del playero occidental y el playero blanco, así como de otras especies.
De acuerdo con información emitida por la Convención sobre la conservación de las especies migratorias de animales silvestres (CMS), los insectos son fuentes esenciales de energía para muchas especies de aves migratorias, no sólo durante las épocas de cría sino también durante sus extensos viajes, y afectan en gran medida a los tiempos, la duración y el éxito general de las migraciones de las aves.
A lo largo de sus rutas migratorias, las aves buscan activamente insectos en campos, bosques, humedales y diversos hábitats durante las escalas. El momento de la migración de las aves suele coincidir con el punto álgido de abundancia de insectos en los lugares de parada, lo que les proporciona alimento para reponer sus reservas energéticas antes de proseguir el viaje.
La pérdida y alteración de las poblaciones de insectos en los lugares de cría y a lo largo de las rutas de migración de las aves amenazan su supervivencia y bienestar. Los espacios naturales como bosques y praderas transformados o amenazados por la agricultura intensiva y el desarrollo urbano y sus efectos, como la contaminación lumínica, pueden provocar un descenso de las poblaciones de insectos. Los pesticidas y herbicidas destinados a proteger los cultivos perjudican a los insectos de los que dependen las aves para alimentarse.
La escasez de insectos ricos en energía y proteínas puede dificultar la migración y la reproducción de las aves, lo que debilita su sistema inmunitario, reduce su éxito de reproducción y aumenta las tasas de mortalidad tanto de las aves adultas como de sus crías.