Tal vez seas muy joven para entenderlo o siquiera conocerlo, pero en su tiempo, Francisco Gabilondo Soler “Cri-Cri”, fue uno de los compositores y animadores infantiles más exitosos y reconocidos no solo de México, si no de toda hispanoamérica completa, su creatividad en su melodías y sus cientos de personajes quedaron sembrados en diferentes generaciones de niños a lo largo de los años.
En el otro lado de la moneda, o más bien, de la frontera norte de México, también estaba un genio creativo en animación infantil, Walt Disney, quién desde principios del siglo XX comenzó a forjar un imperio en la animación para los pequeños del hogar, creando personajes memorables como Mickey Mouse, Minnie Mouse, Goofy, Pato Donald, entre muchos otros, convirtiendo a su empresa, Walt Disney Co. En una de las compañías más grandes del mundo, incluso hasta nuestros días.
No cabe duda de que tanto Gabilondo Soler y Disney eran los mejores y máximos exponentes del entretenimiento infantil de la región, y aunque si bien una colaboración directa y oficial entre ambos genios infantiles nunca se llevó a cabo, lo cierto es que sus caminos estuvieron muy unidos en un periodo de tiempo específico, lástima que este acercamiento no acabaría de la mejor manera.
Walt Disney y su intento de comprar a “Cri-Cri”
El personaje más icónico creado por Gabilondo Soler fue sin duda el grillito cantor “Cri-Cri”, quién era el protagonista de la mayoría de sus canciones y que se había arraigado en millones de infancias mexicanas.
Esto llamó la atención del ambicioso Walt Disney, que, en miras de expandir sus influencias al mercado mexicano, y por órdenes del gobierno de Estados Unidos de entablar una relación más cercana al público infantil hispano, se le ocurrió la idea de incluir al personaje de Gabilondo Soler, que ya era conocido en México, como un personaje de apoyo en su próxima gran obra: “Pinocho”.
Sin embargo, aún y cuando Disney de manera un tanto soberbia creía que podría hacerse de los derechos del personaje de manera sencilla, la cuestión era que debía venir a México para negociar con Gabilondo Soler, ya sea para obtener un permiso para utilizar el personaje, o en su defecto, como Disney pretendía, comprarle todas sus creaciones a cambio de una importante cifra.
La negación de Francisco Gabilondo Soler y el descontento de Disney
Una vez en México, Walt Disney le hizo llegar una invitación a Gabilondo Soler para sentarse a negociar la cantidad adecuada para la obtención de los personajes, entre ellos “Cri-Cri”, sin embargo, el compositor mexicano no se tomó de buena manera la invitación del empresario estadounidense, expresando desde el primer momento, su desaprobación y rechazo a cualquier intención de compra por parte de Disney.
El día de la reunión llegó y para sorpresa de Walt Disney, Gabilondo Soler jamás se presentaría, al contrario, su esposa iría en su lugar, simplemente para rechazar tajantemente cualquier venta de los personajes de su esposo, enfatizando claro, que “Cri- Cri” no estaba en venta.
Tras recibir el rechazo de Gabilondo Soler, Disney no se quedó de brazos cruzados y, aún y cuando no pudo adquirir los derechos del grillo cantor, al final de cuentas en la película de Pinocho terminó apareciendo otro Grillo parlante, cuyos parecidos físicos con “Cri-Cri” eran innegables, “Pepe Grillo”.
Esto último ocasionó la furia de Gabilondo Soler, quien notaba las evidentes similitudes entre su creación y el personaje de Disney, sin embargo, más allá de empezar un pleito legal o mediático, el compositor decidió cobrar venganza a su manera tiempo después.
“Y aunque hables inglés no te dejaré salir…”
Es aquí donde entra la canción de “El Ratón Vaquero”, que curiosamente es protagonizada por un ratón con orejas y pies grandes, que habla inglés y que, según la letra de la canción, se encuentra tras las rejas rogando ser liberado.
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Es así donde Francisco Gabilondo Soler “se desquitó” a su manera de la osadía de Walt Disney, creando una de las canciones infantiles más memorables de todos los tiempos, y que incluso hasta nuestros días, cada Día del niño o Día de las Madres, vuelve a salir a flote como un acervo importante de la cultura e infancias mexicanas.