/ martes 27 de marzo de 2018

España aplasta a una Argentina extraviada sin Messi

La última vez que España recibió a Argentina, para celebrar su centenario, lo hacía en pleno éxtasis camino de un Mundial que conquistó

La selección española se tomó la revancha de la goleada del último precedente en Buenos Aires, pasando por encima de la actual subcampeona del mundo, una Argentina que añoró a su líder Leo Messi, obligó a la Roja a pisar nuevos registros en los que desató su pegada con Isco magistral.


La última vez que España recibió a Argentina, para celebrar su centenario, lo hacía en pleno éxtasis camino de un Mundial que conquistó. Las sensaciones que deja un nuevo reencuentro invitan al optimismo, con una afición que rebosa ilusión orgullosa de su selección.

Recuperado el ansia por ganar, en una racha sin fin invicta con Julen Lopetegui, cambia de registro según le exige el duelo sin perder eficacia. Y pasa por encima de rivales sea cual sea su nombre.


Ante una selección de tanto sentimiento y casta como Argentina no existen amistosos si no guerras deportivas. Provocó que España se alejase por momentos de sus señas de identidad, rebajase su posesión pero no su pegada con un fútbol más directo. La aparición en el once de dos jugadores como Marco Asensio y Diego Costa daban paso a nuevas variantes. Con las carreras elegantes de Asensio y un 9 menos asociativo pero listo para marcar en la que tuviese.


Perdía la albiceleste a su líder, Leo Messi, que optó por no arriesgar ante sus problemas musculares. No hay un futbolista en el mundo que tenga mayor influencia en un equipo que Leo, el rey del fútbol. Pero Argentina no solo le perdía a él.



Sin Agüero ni Di María buscaba una identidad desde el bloque, la unión de sus líneas y un centro del campo poblado para anular a la Roja. Consiguió poner en problemas por momentos a una España que añoraba las asociaciones en corto de sus genios bajitos.



Arrancó tensa, con errores iniciales de nerviosismo como si de un partido de Mundial se tratase. La vía de escape estuvo en la zancada de Asensio. En la igualdad perdonó Argentina. Suya fue la primera gran ocasión e Higuaín la mandó a las nubes. Era el minuto 8 cuando una rápida transición encontraba a Lo Celso y su pase lo remataba el 'Pipita' sin puntería tras adelantarse a Ramos. La puntería del 9 es un factor clave en duelos entre las más grandes selecciones.


La diferencia la marcó Diego Costa cuatro minutos después. La primera que le cayó la mandó a la red. Jugándose el físico, comprometido con la Roja y dispuesto a no ceder a nadie el puesto que se ha ganado.


El pase al espacio era de Asensio en su primera asistencia. España presionaba arriba y asfixiaba, robaba y golpeaba. Solo Biglia era capaz de dar salida a la jugada, con Mascherano provocando un debate sobre su posición de medio centro. Pero Sampaoli por encima de los nombres tiene un bloque tácticamente trabajado que en el primer acto no mereció tanto castigo. Meza aparecía con peligro en zonas de ataque, con movilidad y calidad, desequilibrando.


Higuaín perdonaba la segunda, rematando flojo a manos de De Gea. Y cuando el propio Meza podía marcar, tras una bonita pared, fue Ramos el salvador lanzándose para evitar el empate. Eran momentos de dominio argentino pero apareció Asensio para golpear.


Dejó atrás a Mascherano con una potencia incontrolable. Desde el costado izquierdo encontraba primero la llegada de Alba, que no precisaba su remate, y después a Isco que de primeras no perdonaba. El castigo era duro para Argentina que tiró de orgullo mientras pudo. Lo Celso probaba a De Gea por arriba y Otamendi daba el justo premio con un testarazo tras córner al que reaccionaba tarde De Gea. Eran momentos en los que la figura de Isco crecía.


El balón cosido a la bota con su mejor socio, Iniesta, para rebajar el impulso del rival. Salió a por el empate Argentina en el segundo acto y no pudo ser golpeada con mayor efectividad. España firmó una mitad de ensueño, disfrutando de su fútbol y los goles en el mayor triunfo de la historia de este gran enfrentamiento. Iniesta antes de irse dejaba uno de sus pases al espacio a la movilidad de Iago Aspas, que había entrado por Costa. Se marchó del portero y escorado optó por el pase atrás para que Isco firmase su doblete. Fue un golpe del que ya no se levantó Argentina.



Con demasiados referentes en la grada y en sus casas. De la duda nació el duro castigo. Thiago se descolgaba desde la posición de sustituto de Bisquets para hacer el cuarto tras jugada de Isco. La fiesta se instalaba en la abarrotada grada del Wanda Metropolitano que respiraba euforia. Mercado se topaba con el travesaño en uno de los intentos argentinos. El hambre marcaría el partido de España, incansable en la búsqueda de más goles con más verticalidad que nunca.


A las patadas del rival respondió con goles. El pase desde su área de De Gea premió la ambición de Aspas que marcaba tras superar la salida desesperada de Caballero. El fin de fiesta no podía ponerlo otro jugador que no fuese Isco. Su exhibición se cerró con su primer triplete en la selección española. Respondiendo a la confianza ciega de Lopetegui sea cual sea su situación en el Real Madrid. La cara de Messi en la grada lo decía todo. Su reto de hacer campeona a esta Argentina es mayúsculo. España mostró los galones que le convierten en una de las favoritas.

La selección española se tomó la revancha de la goleada del último precedente en Buenos Aires, pasando por encima de la actual subcampeona del mundo, una Argentina que añoró a su líder Leo Messi, obligó a la Roja a pisar nuevos registros en los que desató su pegada con Isco magistral.


La última vez que España recibió a Argentina, para celebrar su centenario, lo hacía en pleno éxtasis camino de un Mundial que conquistó. Las sensaciones que deja un nuevo reencuentro invitan al optimismo, con una afición que rebosa ilusión orgullosa de su selección.

Recuperado el ansia por ganar, en una racha sin fin invicta con Julen Lopetegui, cambia de registro según le exige el duelo sin perder eficacia. Y pasa por encima de rivales sea cual sea su nombre.


Ante una selección de tanto sentimiento y casta como Argentina no existen amistosos si no guerras deportivas. Provocó que España se alejase por momentos de sus señas de identidad, rebajase su posesión pero no su pegada con un fútbol más directo. La aparición en el once de dos jugadores como Marco Asensio y Diego Costa daban paso a nuevas variantes. Con las carreras elegantes de Asensio y un 9 menos asociativo pero listo para marcar en la que tuviese.


Perdía la albiceleste a su líder, Leo Messi, que optó por no arriesgar ante sus problemas musculares. No hay un futbolista en el mundo que tenga mayor influencia en un equipo que Leo, el rey del fútbol. Pero Argentina no solo le perdía a él.



Sin Agüero ni Di María buscaba una identidad desde el bloque, la unión de sus líneas y un centro del campo poblado para anular a la Roja. Consiguió poner en problemas por momentos a una España que añoraba las asociaciones en corto de sus genios bajitos.



Arrancó tensa, con errores iniciales de nerviosismo como si de un partido de Mundial se tratase. La vía de escape estuvo en la zancada de Asensio. En la igualdad perdonó Argentina. Suya fue la primera gran ocasión e Higuaín la mandó a las nubes. Era el minuto 8 cuando una rápida transición encontraba a Lo Celso y su pase lo remataba el 'Pipita' sin puntería tras adelantarse a Ramos. La puntería del 9 es un factor clave en duelos entre las más grandes selecciones.


La diferencia la marcó Diego Costa cuatro minutos después. La primera que le cayó la mandó a la red. Jugándose el físico, comprometido con la Roja y dispuesto a no ceder a nadie el puesto que se ha ganado.


El pase al espacio era de Asensio en su primera asistencia. España presionaba arriba y asfixiaba, robaba y golpeaba. Solo Biglia era capaz de dar salida a la jugada, con Mascherano provocando un debate sobre su posición de medio centro. Pero Sampaoli por encima de los nombres tiene un bloque tácticamente trabajado que en el primer acto no mereció tanto castigo. Meza aparecía con peligro en zonas de ataque, con movilidad y calidad, desequilibrando.


Higuaín perdonaba la segunda, rematando flojo a manos de De Gea. Y cuando el propio Meza podía marcar, tras una bonita pared, fue Ramos el salvador lanzándose para evitar el empate. Eran momentos de dominio argentino pero apareció Asensio para golpear.


Dejó atrás a Mascherano con una potencia incontrolable. Desde el costado izquierdo encontraba primero la llegada de Alba, que no precisaba su remate, y después a Isco que de primeras no perdonaba. El castigo era duro para Argentina que tiró de orgullo mientras pudo. Lo Celso probaba a De Gea por arriba y Otamendi daba el justo premio con un testarazo tras córner al que reaccionaba tarde De Gea. Eran momentos en los que la figura de Isco crecía.


El balón cosido a la bota con su mejor socio, Iniesta, para rebajar el impulso del rival. Salió a por el empate Argentina en el segundo acto y no pudo ser golpeada con mayor efectividad. España firmó una mitad de ensueño, disfrutando de su fútbol y los goles en el mayor triunfo de la historia de este gran enfrentamiento. Iniesta antes de irse dejaba uno de sus pases al espacio a la movilidad de Iago Aspas, que había entrado por Costa. Se marchó del portero y escorado optó por el pase atrás para que Isco firmase su doblete. Fue un golpe del que ya no se levantó Argentina.



Con demasiados referentes en la grada y en sus casas. De la duda nació el duro castigo. Thiago se descolgaba desde la posición de sustituto de Bisquets para hacer el cuarto tras jugada de Isco. La fiesta se instalaba en la abarrotada grada del Wanda Metropolitano que respiraba euforia. Mercado se topaba con el travesaño en uno de los intentos argentinos. El hambre marcaría el partido de España, incansable en la búsqueda de más goles con más verticalidad que nunca.


A las patadas del rival respondió con goles. El pase desde su área de De Gea premió la ambición de Aspas que marcaba tras superar la salida desesperada de Caballero. El fin de fiesta no podía ponerlo otro jugador que no fuese Isco. Su exhibición se cerró con su primer triplete en la selección española. Respondiendo a la confianza ciega de Lopetegui sea cual sea su situación en el Real Madrid. La cara de Messi en la grada lo decía todo. Su reto de hacer campeona a esta Argentina es mayúsculo. España mostró los galones que le convierten en una de las favoritas.

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