Don Mario Santoscoy -Jefe de Informaciónde El Heraldo de México- era un hombre joven, enérgico eincansable. Mantenía su escritorio sin brizna de polvo. Sinhoja pendiente. Superficie para el fino -carísimo- encendedor"Dunhill" y la cajetilla de cigarrillos importados. De"carita". Llegó al cargo cuando Don GabrielAlarcón Chargoy -Don Ga, propietario de la "Cadena deOro" empresa dueña de casi todos los cines de laRepública Mexicana, dueño del diario, compadre delPresidente Gustavo Díaz Ordaz-echó de esa responsabilidada un señor apellidado Torres. Apodado "burro". Porque:
"Señor Torres -propuso el escritorLuis Spota , editor del Suplemento Cultural del diario- le sugieroordene una entrevista con Octavio Paz".
"Con mucho gusto -concedió el BurroTorres Y al ver que el apresurado novelista se alejaba lo contuvocon:
"Un favor, señor Spota.¿Quién es Octavio Paz?
Don Gabriel Alarcón , socio de Don ManuelEspinosa Yglesias ordenó a su pariente llamadoHerolesVelázquez:
"Líquida a este tipo.
Lo hizo desde su butaca. Idéntica a la desus muchos cines desde la que vigilaba la confección delcotidiano. Repasaba las columnas políticas."Picaporte", de Spota. "CaféPolítico", de Pepe Falconi. U Olga Moreno. La"Ensalada Popoff" de Agustín Barrios Gómez. DonGabriel Alarcón supo elegir. Contrató a Mario Santoscoy.Lo designó Jefe de Información.
"Aquí quiero a los reporteros a las9 de la mañana. Quiero que aquí lean los periódicos.Quiero que vengan aquí por su orden. Y quiero que escribanbien. Y temprano.
Tranvías de 35 centavos. Pasaban frenteal Heraldo de México. Autobuses "chatos" de a 40centavos. Desde Ciudad Universitaria. Hasta. Trolebuses. Camionesde la ruta Circuito-Hospitales. Vía San Juan. Para ir aRelaciones Exteriores. A Relaciones Exteriores.
"Reyes Razo. A las cinco de la tarde enTlatelolco. Cubra el mitin. Y la marcha. Dicen los líderes quevan al "Casco" de Santo Tomás. Escribatemprano".
Dí la noticia de la entrada delEjército a Ciudad Universitaria. Describí la Marcha delSilencio. Narré lo visto. "¿No sigues los principiosde la pirámide invertida?", me preguntó entreazorado e incrédulo Leopoldo Mendívil. "Pues no.Cuento lo que veo, Polo".
Y en las escaleras del "Chihuahua"encontré a Octavio Solís Trovamala. Güero,sonriente, fresco. Antiguo estudiante de la secundariamixta-nocturna Gabino Barreda. "Perelló estáenfermo; delicado. Sus piernas. Está protegido".
Desde el 3er. piso los líderesdijeron:
"Compañeros: No habrá marcha aSanto Tomás. No iremos al Politécnico. Sabemos que elEjército está en la ruta. No vamos a cambiar balazos pormentadas de madre. Celebraremos el mitin. Y luego todos a suscasas..."
Teléfonos de 20 centavos. Cobres gruesos.Aparatos de alcancía. 787022. El Heraldo. "No habrámarcha, señor Santoscoy. Los muchachos dicen...
"Cúbralo como mitin, ReyesRazo.
Y a la vuelta, por el flanco de la Vocacional7 entraron - a paso veloz, con las armas embrazadas- los soldados.Su presencia removió a la muchedumbre; la sobresalió.
"No corran. No se inquieten,compañeros. No corran...-sugerían los líderes.
Howmuch bystolic costY los soldados avanzaban. Y sonaron tiros.
"Van a dar culatazos -pensé,primero. Y los tiros. Deben ser salvas, me dije. Cayó uno muymal herido. Agonizó. Entre tiros llamé a Mario Santoscoy.Le informé.
"¡Cuídese mucho!, me dijo.Mandó a otros reporteros. A JoaquínLópez-Dóriga. A Legorreta. A....
"Me voy a morir -me dije Adiós a mispadres. Mi mujer, mis hijos. Ya me voy a morir.".
Y pude reportear. Vi muertos. Algunoexpiró en mis brazos sin decirme su nombre. Vi mujeres con laspiernas rotas. Mi fino traje quedó por puertas. Mis zapatos"Chester" Canadá al hule. Y los soldados querompían las luces en los andadores de Tlatelolco. Con susculatas. Llenos de miedo. Militares me detuvieron. No tenía,no tuve identificación.
Eduardo Quiroz -Jefe de fotografía delHeraldo...enfrentó a los que me zarandeaban. "Es mireportero", les dijo. Mascullaron maldiciones. Me empujaron.Me echaron. Por Reforma Norte, por las "Suites Tecpan"-propiedad de Don Gabriel Alarcón- salí a otra parte dela noches.
Llegué al periódico. Losguardaespaldas de Óscar Alarcón me rodearon. "Eljoven Óscar quiere que venga a su oficina. Rápido. No sedetenga"- los guaruras de los Alarcón casi me empujaban.Entré a la oficina. En semi penumbra. Tantée misbolsillos. Por un cigarro. "Al señor Óscar no legusta que se fume en su oficina", me contuvieron sus gandules.Y en eso apareció el joven Óscar AlarcónVelázquez:
"Que los maten a todos. Que los liquiden.Bola de comunistas. Rojos infelices buenos para nada. Que los matena todos. Oígame bien -usted no dice nada. Ni escribe nada. Nihabla con los obreros del periódico. Que los maten atodos...
Quien iba a imaginar que cincuenta añosdespués el 2 de Octubre sea día de fiesta.
Así lo viví. Así lo cuento
FN..FIN...FIN...
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