/ domingo 7 de enero de 2024

TU ERES EL HIJO AMADO

Estas escribiendo un nuevo libro de tu historia personal en este 2024, vive cada día como si fuera el último. Y que Dios sea tu luz en el camino para disfrutar la belleza de la vida y el amor de los que te rodean. Vive sin miedo a la verdad, que tu palabra sea un tributo a la libertad, que tu amor sea una permanente manifestación de misericordia y tu justicia sea la voluntad de Dios.

Juan el Bautista proclamaba en el desierto, “hagamos penitencia, volvamos al buen camino, pongamos orden en nuestra vida” y esto también aplica para hoy en día, buscar un cambio, actuar y vivir de manera más digna. Procura ser ordenado con tus finanzas, no te vuelvas un comprador compulsivo, ahorra y si puedes invierte en algo, cuida tu salud y trabajo, aprende a disfrutar lo que tienes y no envidies lo que no posees. No dejes que el estrés de la vida consuma tu energía, tu alegría, revisa tu espiritualidad y si te sientes vacío, renuévate y recuerda las palabras de Nuestro Maestro Jesucristo cuando dijo: “Dios revelo las cosas más grandes a la gente sencilla”, y también nos invitó a descubrir la alegría y la belleza en las flores del campo y las aves de cielo.

Es verdad que nuestra voluntad de cambiar y purificar es noble y sincera, pero no basta, cuantas veces nos esforzamos por corregir errores, tratamos de ser responsables, honestos y honrados, buscamos hacer mejor las cosas sin embargo nada nuevo se despierta en nosotros inclusive perdemos la pasión por lo que vivimos, hacemos o amamos. Es ahí donde encontramos una respuesta en las palabras de Juan el Bautista “Yo los bautizo solo con agua, pero alguien más fuerte los bautizara con espíritu y fuego”, es decir, no basta nuestra capacidad, fortaleza o sabiduría, es importante confiar y convertir nuestra existencia a Jesucristo quien es verdad y vida, quien es camino y luz.

El evangelista en la narración del bautismo lanza una imagen bellísima y describe que los cielos se abrieron y se descarga una energía con la voz que dice: “este es mi hijo amado”. Alimentemos la esperanza que con Jesucristo el cielo ha quedado abierto y podemos vivir en la confianza y solidez que en cristo somos y seremos llamados hijos del mismo Dios. Por eso desde esta convicción podemos afrontar la vida no como una historia sucia y derrotada sino como el regalo de la dignidad de hijos de Dios que debemos cuidar con gozo y agradecimiento.

La vida está plagada de momentos de gracia, tú existes como un regalo de Dios y no estás solo, él no te abandonará ni te dejara a tu suerte, él pone a tu vida una gran luz y calor nuevo que arde como una energía desde el amor y la alegría. Algo nuevo comienza en los primeros pasos de este nuevo año y debes sentirte vivo, recobrar los ánimos, levantarte y sanar tus heridas, orar y pedir por los amados ausentes y disfrutar la ternura y compañía del que tienes a tu alrededor.

Dejo como reflexión esta bella frase extraída de una canción: “Felicidad hoy te vengo a encontrar, cuanto tiempo huiste de mí, felicidad no te vuelvo a dejar, no podría vivir ya sin ti. Hoy amanece y el sol tiene un raro esplendor escucho al viento pasar, veo la luna brillar, al mismo cielo miro con otro color nada es nuevo, solo que te conocí”. Víctor Iturbe

Estas escribiendo un nuevo libro de tu historia personal en este 2024, vive cada día como si fuera el último. Y que Dios sea tu luz en el camino para disfrutar la belleza de la vida y el amor de los que te rodean. Vive sin miedo a la verdad, que tu palabra sea un tributo a la libertad, que tu amor sea una permanente manifestación de misericordia y tu justicia sea la voluntad de Dios.

Juan el Bautista proclamaba en el desierto, “hagamos penitencia, volvamos al buen camino, pongamos orden en nuestra vida” y esto también aplica para hoy en día, buscar un cambio, actuar y vivir de manera más digna. Procura ser ordenado con tus finanzas, no te vuelvas un comprador compulsivo, ahorra y si puedes invierte en algo, cuida tu salud y trabajo, aprende a disfrutar lo que tienes y no envidies lo que no posees. No dejes que el estrés de la vida consuma tu energía, tu alegría, revisa tu espiritualidad y si te sientes vacío, renuévate y recuerda las palabras de Nuestro Maestro Jesucristo cuando dijo: “Dios revelo las cosas más grandes a la gente sencilla”, y también nos invitó a descubrir la alegría y la belleza en las flores del campo y las aves de cielo.

Es verdad que nuestra voluntad de cambiar y purificar es noble y sincera, pero no basta, cuantas veces nos esforzamos por corregir errores, tratamos de ser responsables, honestos y honrados, buscamos hacer mejor las cosas sin embargo nada nuevo se despierta en nosotros inclusive perdemos la pasión por lo que vivimos, hacemos o amamos. Es ahí donde encontramos una respuesta en las palabras de Juan el Bautista “Yo los bautizo solo con agua, pero alguien más fuerte los bautizara con espíritu y fuego”, es decir, no basta nuestra capacidad, fortaleza o sabiduría, es importante confiar y convertir nuestra existencia a Jesucristo quien es verdad y vida, quien es camino y luz.

El evangelista en la narración del bautismo lanza una imagen bellísima y describe que los cielos se abrieron y se descarga una energía con la voz que dice: “este es mi hijo amado”. Alimentemos la esperanza que con Jesucristo el cielo ha quedado abierto y podemos vivir en la confianza y solidez que en cristo somos y seremos llamados hijos del mismo Dios. Por eso desde esta convicción podemos afrontar la vida no como una historia sucia y derrotada sino como el regalo de la dignidad de hijos de Dios que debemos cuidar con gozo y agradecimiento.

La vida está plagada de momentos de gracia, tú existes como un regalo de Dios y no estás solo, él no te abandonará ni te dejara a tu suerte, él pone a tu vida una gran luz y calor nuevo que arde como una energía desde el amor y la alegría. Algo nuevo comienza en los primeros pasos de este nuevo año y debes sentirte vivo, recobrar los ánimos, levantarte y sanar tus heridas, orar y pedir por los amados ausentes y disfrutar la ternura y compañía del que tienes a tu alrededor.

Dejo como reflexión esta bella frase extraída de una canción: “Felicidad hoy te vengo a encontrar, cuanto tiempo huiste de mí, felicidad no te vuelvo a dejar, no podría vivir ya sin ti. Hoy amanece y el sol tiene un raro esplendor escucho al viento pasar, veo la luna brillar, al mismo cielo miro con otro color nada es nuevo, solo que te conocí”. Víctor Iturbe