/ martes 9 de abril de 2024

¿Quién ganó el debate?

Vamos a ver, en términos de blanco y negro es imposible apreciar un ejercicio tan limitado como el que vimos, limitado y es necesario recordarlo por los mismos partidos políticos que son los que aprueban formato y proceso, otra cosa es que el Instituto Electoral y su proveedor se hicieran bolas y resultara por lo menos en términos de producción un desastre.

Exigir una respuesta sobre uno u otro como debatiente triunfante, tener que señalar a un ganador a una ganadora de este tipo de ejercicio no es necesariamente el análisis correcto, tampoco el incorrecto, simplemente es otro enfoque, casi todo el mundo, casi todos los analistas y comentócratas dicen lo mismo y ese dicho puede y seguramente está orientado también por los gustos personales de quien escucha y analiza, que no tiene nada de malo, cada cual ve lo que puede, lo que quiere y lo que alcanzar a observar y en función de eso, hace su análisis que va dirigido a quienes piensan como él o como ella.

Dicho lo anterior, reitero los perdedores son Máynez, definitivamente, no hay forma de salvarlo del desastre en el cual se enredó el solo por querer ser diferente, por querer hacerse el gracioso, el chistoso, el fresco, perdió una oportunidad de oro que difícilmente podrá retomar en los siguientes debates en los cuales seguramente se presentará de la misma manera, convencido él y su equipo que lo hicieron muy bien.

Por otro lado, no creo que nada se moviera en cuanto a Claudia y Xóchitl por lo que entraron y salieron de la misma forma, es posible que pase lo mismo en los siguientes debates que entren y salgan con las mismas preferencias.

Entonces ¿para qué queremos debates?, me parece que la pregunta tendría que ser ¿para qué queremos estos debates?, ya son muchos años de no contar con una figura lúcida y fuerte para el debate como en su momento fue Diego Fernández de Cevallos, fuera de él no ha existido en la historia de la democracia moderna en nuestro país, quien domine este arte de la esgrima mental y verbal.

Si no tenemos buenos debatientes no podemos tener buenos debates, si no tenemos buenos formatos no podemos tener buenos debates, por lo que es imposible esperar más de lo que tenemos.

Los moderadores no pueden hacer mucho más que limitarse a la norma, a la regla, falta la libertad del entrevistador, del periodista que saca de balance al debatiente, probando su habilidad, preparación y velocidad de razonamiento.

Nadie ganó el debate.

Vamos a ver, en términos de blanco y negro es imposible apreciar un ejercicio tan limitado como el que vimos, limitado y es necesario recordarlo por los mismos partidos políticos que son los que aprueban formato y proceso, otra cosa es que el Instituto Electoral y su proveedor se hicieran bolas y resultara por lo menos en términos de producción un desastre.

Exigir una respuesta sobre uno u otro como debatiente triunfante, tener que señalar a un ganador a una ganadora de este tipo de ejercicio no es necesariamente el análisis correcto, tampoco el incorrecto, simplemente es otro enfoque, casi todo el mundo, casi todos los analistas y comentócratas dicen lo mismo y ese dicho puede y seguramente está orientado también por los gustos personales de quien escucha y analiza, que no tiene nada de malo, cada cual ve lo que puede, lo que quiere y lo que alcanzar a observar y en función de eso, hace su análisis que va dirigido a quienes piensan como él o como ella.

Dicho lo anterior, reitero los perdedores son Máynez, definitivamente, no hay forma de salvarlo del desastre en el cual se enredó el solo por querer ser diferente, por querer hacerse el gracioso, el chistoso, el fresco, perdió una oportunidad de oro que difícilmente podrá retomar en los siguientes debates en los cuales seguramente se presentará de la misma manera, convencido él y su equipo que lo hicieron muy bien.

Por otro lado, no creo que nada se moviera en cuanto a Claudia y Xóchitl por lo que entraron y salieron de la misma forma, es posible que pase lo mismo en los siguientes debates que entren y salgan con las mismas preferencias.

Entonces ¿para qué queremos debates?, me parece que la pregunta tendría que ser ¿para qué queremos estos debates?, ya son muchos años de no contar con una figura lúcida y fuerte para el debate como en su momento fue Diego Fernández de Cevallos, fuera de él no ha existido en la historia de la democracia moderna en nuestro país, quien domine este arte de la esgrima mental y verbal.

Si no tenemos buenos debatientes no podemos tener buenos debates, si no tenemos buenos formatos no podemos tener buenos debates, por lo que es imposible esperar más de lo que tenemos.

Los moderadores no pueden hacer mucho más que limitarse a la norma, a la regla, falta la libertad del entrevistador, del periodista que saca de balance al debatiente, probando su habilidad, preparación y velocidad de razonamiento.

Nadie ganó el debate.

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