Los colores de siempre han perdido fuerza en todo el territorio, la marea guinda sigue arrasando. En San Luis Río Colorado, quienes fueran las principales fuerzas políticas de la ciudad se juegan en unos meses más que su honor, su existencia como partidos políticos.
Pocos se quedan a tocar una última melodía mientras se hunde el barco como sucede en la famosa película Titanic. Quienes alguna vez se sintieron reyes y dueños de la ciudad la perdieron en manos de AMLO. Su extraordinaria popularidad hizo ganar a candidatos que solo en sueños podrían llegar a tener un cargo de elección popular.
Cómo han cambiado las cosas, antes de que AMLO y su ola guinda llegaran al poder, quienes lo tenían se sentían invencibles, eran altaneros, se reían incluso de las demandas de sus representados, pensando ilusamente que eran ellos quienes los necesitaban y no al revés.
Al perder todo en manos de la marea guinda y cabecita de algodón, es cuando se dan cuenta de lo importante que era el pueblo al que tanto humillaban, saqueaban e incluso se burlaban, irónicamente ahora los necesitan para no desaparecer, porque como dijo uno de las viejas figuras políticas mexicanas de antaño, vivir fuera del erario, es vivir en el error.
Nadie que ha probado las mieles del presupuesto a gran escala durante décadas quiere dejarlas, recuerden aquel médico cirujano que nomás le bastó con ser alcalde para ya nunca querer volver a ejercer la medicina, pues desde entonces ha degustado las mieles del presupuesto público con una ideología política
Pero, en fin, al son de la zumba, surfeando entre los tsunamis de comida, mientras se toma un tren de Yuma, Arizona para llegar a Estación Riíto y de ahí partir al aeropuerto del golfo de Santa Clara que llevará a su servilleta a Alemania para ver si se logró exportar la basura sanluisina a aquellos lares, se vuelve al cuestionamiento de ¿jugadas desesperadas?
Claro que sí, no queda más, pues las endebles fuerzas políticas opositoras buscan desesperados candidatos que les otorguen votos no para ganar, sino para intentar mantener el registro pues están a nada de quedar fuera del erario, y eso si calienta.
Personajes que dijeron jamás sentarse en la misma mesa con la oposición, ahora se dan la mano, pues pueden ayudarse entre ellos. La mayor aspiración del candidato opositor será convertirse en regidor, ganar no es una posibilidad, los partidos saben bien que su objetivo es conservar el registro, no perderlo, ambas partes obtienen una ganancia.
No hay identidad, tampoco convicción ideológica, atrás quedaron aquellos candidatos que solían presumir su imagen, porte y carácter, lo mismo sucedió con la señora X, candidata insípida, carente de todas las cualidades de las que alguna vez supuestamente tuvieron sus candidatos a algún cargo.